porque la gratitud es una carga y la venganza un placer.
Somos lobos o quizá quieren que creamos que lo somos, nos educan con la simple idea de que en verdad el hombre es malo, de que ciertamente al final siempre somos egoístas, crueles, dañinos... y en verdad podríamos ser cualquier otra cosa, podríamos vivir nuestra vida a base de amistad y cariño incondicional, ayudar a los demás, ser felices con lo que tenemos... o es utópico. Sí, quizá es utópico, soy una idealista, lo sé, siempre lo he sabido. Soy una niña en un cuerpo de una mujer que sigue soñando con cuentos de hadas y sigue esperando a un príncipe azul perfecto que la haga feliz para siempre. ¿Tonterías? Quizás, puede ser, es muy probable. Pero me gusta seguir pensando que el mundo, pese a la crueldad y el cinismo, la maldad, la venganza, la envidia o el egoísmo, sigue plagado de personas que se preocupan de los demás, que quieren incondicionalmente, que darían su vida por alguien a quien aman, que creen en el destino, en el amor verdadero, que sustentan su vida en la familia y en su pareja, en un futuro feliz, en la amistad real. Me gusta creer que aún queda gente que da sin recibir, que sonríe en lugar de malmeter, que ayuda sin esperar nada a cambio, que cree en la magia, tiene fe y camina hacia adelante perdonando los agravios y haciéndose más fuerte, pero sin venganzas u odios irracionales. A mí me gusta creer que en el mundo hay gente así, aunque sean absurdos inocentes ingenuos idealistas como yo, pero los comprendo. Porque aún siendo egoísta, rara, compleja, absurda, odiosa, rencorosa o lo que sea que soy en ocasiones, sigo siendo una niña que quiere ser feliz, intentando cerrar heridas, queriendo confiar en los demás, buscando un amor para toda la vida y construyendo un futuro a base de pasos hacia adelante con una gran sonrisa en mi cara, porque ya lloré demasiado y sólo quiero ser feliz. Sólo, ser feliz.
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