Tengo 20 años y este diciembre hará 3 años que el protagonista de la mayoría de mis pesadillas abandonó el primer plano de mi vida, se fue, pero sigue aquí, muy presente. Sé que muchos debéis pensar que parte de mi dolor me lo causo yo sola, que no sé pasar página, que tendría que olvidarle... pero no os podéis imaginar lo jodidamente difícil que es todo esto. Hace ya 3 años que se fue y muchas noches me despierto sudada, medio gritando, con los ojos llenos de lágrimas y tengo que acercarme a la habitación de mi madre para ver que mi padre ya no está, sólo para recuperar el aliento y poder respirar tranquila. Por mucho que lo intentéis esto no puede entenderse, es algo que hay que vivirlo para poder sentirlo, para poder ver hasta qué punto te destroza por dentro. Tengo apoyos muy grandes y fuerzas que tiran de mí, soy una persona que ha tenido mucha suerte con la familia y los amigos, y cada día doy gracias por ello, pero no es suficiente. Lo siento pero nadie podrá suplir nunca el pilar que me falta: yo no tengo padre. No tengo a nadie que cumpla esa función, no tengo nada más que mi madre, para lo bueno y para lo malo. Y cuando ella tiene un mal día y me dice con toda su mala leche que no sabe porque sigue viviendo si no hay nada aquí que valga la pena tengo ganas de desaparecer. Sé que me quiere, que me quiere más que a nada en este mundo, pero me destroza, y no puedo correr a los brazos de mi papi, porque sólo hay un vacío enorme, un lugar que nadie puede ocupar y que la niña que soy sigue pidiendo a gritos. ¿Por qué a mí? ¿Por qué? ¿Qué hice mal?
Y puede que sea verdad que tengo que dejar de hacerme esas preguntas tontas y seguir adelante, olvidar el pasado y aprovechar el futuro. Sonreírle a la vida. Lo intento, y a veces lo consigo, pero no soy de piedra. Me he hecho a mí misma como una persona fuerte, siempre rígida y con mucho carácter, con unas ideas muy claras y a veces demasiado prepotente o sabelotodo. Quizás, no soy perfecta, nunca lo he sido y nunca lo seré. Pero en el fondo, soy débil, muy débil, y todo me duele y me afecta, y me encuentro hecha pedazos sin nada que hacer. Me veo como la hermana mayor de todo el mundo, incluso la mami, y no encuentro un resquicio en el que poder ser esa niña pequeña llorona que sólo quiere que la quieran. Me siento juzgada, a todas horas, quizá puse el listón muy alto y ahora nada es suficiente. Sólo quiero un abrazo, un "te echo de menos" un " eres importante para mí", un te quiero de verdad. Algo más que una amistad por costumbre, algo más que sonrisas, no sé por qué pero me siento sola y tengo miedo.
Y si con las amistades no fuera suficiente, está el amor. Soy patética, tengo tanto miedo al rechazo que apenas me atrevo a decirle algo más que "Hola". Y me imagino mil situaciones a su lado, pero no soy capaz de hacerlas realidad, me aterroriza su reacción, porque ¿qué podría ofrecerle yo como para qué me eligiera? En momentos así me acuerdo de las películas, cuando papá te abraza y te dice que ningún chico será lo suficientemente bueno nunca para su niña, y te da ánimos y fuerzas, porque tú vales mucho. Pero yo me acuerdo del mío, me siguen sonando en mi cabeza sus palabras "Quién te va a querer a ti, si no vales nada" y aunque no son verdad, yo muchas veces las encuentro sinceras. Nunca fui suficiente para él, nunca. Yo sólo quería que me quisiera, como soy, que me cuidara y me consolara cuando llegaba destrozada a casa, solo quería que fuera mi papi y me siguiera meciendo en sus piernas mientras me cantaba... sólo quería tener a mi padre. Y ahora cada vez que veo una película, una serie, leo un libro o escucho una conversación en cualquier sitio, tengo que tragar saliva y contenerme para no ponerme a llorar, porque sigo destrozada y no puedo remediar sentirme así. No hablo nunca con nadie del tema y fuera de mi habitación, cuando estoy a solas, no lloro... sólo me río y le resto importancia, pero sigue doliendo. Nunca deja de doler.
No hay comentarios:
Publicar un comentario