No importa

Hay días en los que te levantas y te das cuenta de que tienes frentes abiertos en todos los flancos de tu vida. No importa si estás en casa, en la universidad, con tus amigos más cercanos, en los conocidos e incluso en tu blog. Parece que todo lo que haces o dices esté siendo revisado, inspeccionado, criticado... pues nada, cerremos la boquita y sigamos sonríendo como si no pasara nada. ¿Qué más da? ¿A quién le importa?
Hablo mucho y en muchas ocasiones no digo nada, o mejor, aunque diga algo aquello no cambia nada, ni importa, ni afecta, ni queda... entonces, ¿para qué? En demasiadas ocasiones estás en medio, en tierra de nadie, entre dos flancos en que ninguno de los te quieren, porque no formas parte de ninguno de ellos. En los peores casos estás sencillamente enfrente, eres la oposición, el contrario, el enemigo. Y por mucho que creas en tus ideales y pensamientos, es agotador. Es agotador vivir siempre a contracorriente, a expensas de todo aquello que digan, piensan, critican... todo el mundo tiene derecho a opinar sobre tu vida, sobre tus actos, sobre tus decisiones... pero no importa, nunca importa.

Y hoy no tengo ganas, ni ánimo, ni estómago para más. Hay cosas buenas, maravillosas y agradables que están en mi vida y que me hacen feliz; y cosas que después de muchas veces acaban por cansarte, por deprimirte, colmar tu paciencia, tu ánimo y tus ganas. Estoy harta de mi supuesta personalidad, de mis supuestos defectos, de mis jodidas mierdas... soy como soy, como todos, y ya. Si no te gusta, no me mires, ni me sigas, ni me hables... no habrá gente en el mundo para tener que aguantarme a mí. Lo que está claro, es que yo no voy a cambiar, ni por ti ni por nadie. No lo intentes, no sucederá. O lo tomas, o lo dejas, pero se acabó de tanta tontería.