domingo, 28 de agosto de 2011

ANALISIS'

ANALISI

Una vez más todo en juego en un solo partido. El próximo miércoles día 16 el equipo se enfrentará en la vuelta a un Olympique de Lyon que viene a por todas. No se puede dudar el buen estado de forma que está teniendo este año el Madrid pero parece que la sombra de la historia puede jugarle una mala pasada contra los franceses. Seis temporadas son ya las que lleva cayendo en octavos de la Champions y este hecho, unido a las últimas victorias del eterno rival, sólo aviva el deseo blanco a conseguir de una vez por todas la ansiada décima, empezando por ganar el próximo partido.

La ida fue más que un gran partido, una gran segunda parte. El Olympique se gustaba mientras los de Mou se encontraban completamente desbordados en el césped, pero el descanso les dio la calma que necesitaban. El equipo entero salió a por todas y el poste se encargó de parar a un Madrid que parecía seguro, todo y con eso no encontraban salida a muchos balones y la afición empezaba a impacientarse. El primer cambio cambió completamente el partido. Benzemá sustituyó a un Adebayor que parecía cansado y en 60 segundos se encargó de darle a su equipo lo que más necesitaba: el gol. Un gol preciso, buen pase, buen control y con caño incluido. Estaba hecho. El Madrid había conseguido romper la maldición y ganaba por primera vez en el campo de los franceses. A esto le siguieron ocasiones, buenos pases y una defensa perfecta. Pero una vez más, una jugada fácil se llevó una victoria que el Madrid se había ganado. Casillas no entendía que había pasado y la imagen lo aclaró. Estando en fuera de juego uno de los futbolistas, la defensa no prestó atención al segundo jugador francés que aprovechó su posición reglamentaria para conducir el balón al fondo de la red. Minuto 84, empate conseguido por un descuido que les salió muy caro. El Madrid siguió intentándolo hasta el final pero no consiguió nada. Empate en Lyon. Favorable, sí, pero todos conocen cómo se las gastan los franceses y la vuelta no iba a ser nada fácil.

En estos días entre partidos, el ambiente se ha ido caldeando. La afición madridista desvió durante un par de días su mirada hacia Barcelona, dónde éste se jugaba la clasificación después de una derrota en Anfield contra los de Wenger. El Arsenal no pudo ante un Barça que salió a por la victoria y los culés ya están en cuartos. Ahora el Madrid tiene que centrarse en su propia historia, en su propio juego. Las comparaciones son odiosas, y es cierto que en este país siempre se mira hacia las dos ciudades, pero poco importa lo que haga el Barça si el Madrid no es capaz de ganar al Lyon en su campo. Todo pasa sencillamente por jugar tan bien como ha demostrado en algunos de los últimos partidos de la temporada y dejar atrás ese miedo a una especie de maldición que parece que los ha acompañado en los últimos años en la competición europea. La Champions está ahí, sólo hay que ganar el puesto para llegar a ella, y los de Mou dependen de ellos mismos para conseguirlo. Puede que se hable de los árbitros, de los penaltis que no se han pitado, del poste o de tarjetas, pero lo único que cuenta: es el resultado. Sin ganar el partido, no hay peros que valgan.

La vuelta se postula como una lucha del Madrid contra su historia y la presión, más que contra el Olympique en sí, el equipo que lo ha eliminado de la Champions puede que en demasiadas ocasiones. Ganando el miércoles pueden ganar la confianza suficiente como para seguir hilando una temporada que están abordando francamente bien, sólo que no resalta tanto debido al gran estado de forma del Barça que lo está haciendo aún mejor que ellos. Eso sí, esta vez seguramente no podrán contar con Cristiano debido a su reciente lesión, pero ello no tiene porque ser una desgracia si el grupo sabe amoldarse a las nuevas condiciones. Eso mismo es lo que supo hacer en su último partido de Liga, demostrando una vez más que ellos saben jugar sin Cristiano, pero no sólo eso, también saben ganar con autoridad y con calidad sin él. Puede que tengan cierta razón algunos apuntando que éste buen nivel de juego se debe precisamente a la ausencia de Cristiano, quien aporta mucha calidad pero quizá tiene demasiado afán de protagonismo y no deja jugar libremente a algunos de sus compañeros. Sea como sea, la alineación titular cambiará, el Bernabeu deberá vestirse de gala y arropar a sus jugadores, y los blancos tendrán 90 minutos para demostrar que éste año Wembley es su único destino.

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