Numerosos estudios coinciden en que hay un incremento notable en el abuso de consumo de fármacos sin receta por parte del colectivo adolescente, el cual los utiliza para conseguir nuevas formas de drogarse o decide automedicarse cuando los síntomas son leves.
El estudio del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas entre adolescentes, de la Universidad de Michigan, mostró nuevos resultados en relación a la ingesta de sustancias nocivas por parte de los jóvenes. Mientras que el consumo de alcohol y drogas como la cocaína o el éxtasis se ha estabilizado o incluso reducido, el consumo de fármacos se ha incrementado de manera alarmante. Gracias a las entrevistas realizadas a lo largo de este estudio se concluyó que 1 de cada 14 estudiantes de último curso de secundaria confirma haber tomado “recientemente” algún tipo de medicamento para drogarse. Los analgésicos, los estimulantes y los jarabes para la tos son los medicamentos que más se utilizan debido a su bajo precio, su fácil acceso y lo más importante: son totalmente legales. Esta práctica está aumentando debido a la facilidad que tienen las nuevas generaciones de conseguir estas pastillas, ya sea en farmacias, o sencillamente en los botiquines de sus propias casas. Por esto mismo se recomienda a los adultos un control mayor de estos fármacos, ya que cada vez más se producen estas situaciones debido al hurto de estos medicamentos de sus propios progenitores.
En otro estudio realizado por PHARMACY WORLD & SCIENCE se ha llegado a la conclusión de que más del 45% de los adolescentes españoles toma con frecuencia medicamentos sin receta. En relación al consumo de dichos fármacos como una manera de evadirse de la realidad o de encontrar nuevas sensaciones, cabe destacar los problemas de salud que ello puede comportar. Steve Pasierb, director de The Partnership for a Drug-Free America, declara: “Los medicamentos recetados pueden ser tan adictivos y dañinos como las drogas que se venden en la calle. El consumo de dosis altas puede bajar el ritmo de la respiración y afectar los latidos del corazón, incluso consumir excesivamente medicamentos recetados o mezclas de éstos con otras medicinas o drogas puede ser mortal.”
Pero en estos casos no se habla sólo de su consumo como sustituto de otras drogas, sino también de la denominada automedicación por parte de los colectivos más jóvenes. Muchos de ellos toman medicación sin consulta médica previa para dolores comunes como cefaleas, resfriados o malestar general, provocando así que el cuerpo se acostumbre a ciertas sustancias que con el paso del tiempo dejan de hacer efecto en nuestro organismo.
En relación a estos temas, la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste, ubicada en Argentina, realizó en el pasado año un estudio sobre la automedicación en adolescentes en contraposición con el uso de los mismos fármacos por estudiantes de quinto año de medicina de la misma universidad.
Los resultados no fueron los esperados, ambos colectivos consumían frecuentemente fármacos sin receta médica para síntomas leves. Esta práctica destaca aún más entre jóvenes que sí conocen los efectos nocivos que puede conllevar un uso indebido de dichos fármacos. En estos casos los medicamentos más utilizados son los analgésicos y los antibióticos y su uso se debe mayoritariamente a que los síntomas “se conocen” por dolores o afecciones anteriores o que no son tan graves como para acudir al médico. La Dra. Eliana Alejandra Georgef Horvat, que ha supervisado este estudio, concluye: “Las consecuencias de esta práctica son numerosas: el incremento en el riesgo de reacciones adversas, el aumento de la resistencia bacteriana, el aumento de los costos en salud, el encubrimiento de enfermedades de fondo con las complicaciones por la misma… por lo que destaca que pese al elevado conocimiento de dichos riesgos por parte de los alumnos de medicina éstos decidan igualmente automedicarse aún sabiendo las consecuencias.”
En resumen, los adolescentes consumen habitualmente fármacos de manera nociva para su salud, ya sea como sustitutivo de otras drogas o automedicándose. En ambos casos los riesgos son elevados y destaca la frivolidad con la que los adolescentes tratan el tema, ya que son ellos los únicos afectados.
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