lunes, 23 de mayo de 2011

Editorial 3

EDITORIAL

Semana blanca

Para los que hemos sido durante años firmes detractores de imponer en España la idea de la semana blanca, es decepcionante que finalmente se haya impuesto en nuestro país, pero irónico que sólo vaya a durar un año. ¿A qué se debe este cambio de planes tan repentino? Sinceramente, creo que hay muchos factores importantes que debemos explicar y por ello hay que ir paso a paso en los hechos y sus consecuencias. En primer lugar, se ha querido implantar durante años esta semana libre entre las vacaciones de Navidad y Semana Santa para que el calendario académico no fuera tan denso, dejando así menos días libres en las vacaciones de verano. Finalmente, después de ser aprobado, se impuso tal reforma y los colegios empezaron las clases el 1 de septiembre, teniendo a cambio una semana libre en febrero. ¿Qué ha sucedido entonces? Principalmente que la mayoría de familias se han encontrado sin opciones para estar con sus hijos esos días, no había lugar donde “colocarlos”. Porque seamos objetivos, un alto porcentaje de padres encuentra el colegio como un parking para sus hijos, por lo que una semana libre en febrero no fomentará la familia, ni el trato entre ellos, más del 98% acabará con los abuelos, parientes, amigos o incluso canguros. Es decir, se anula una medida por que no es práctica para los padres, no porque no sea factible o empeore la educación de nuestros hijos. Sí, un completo reflejo de nuestra sociedad. Queremos equipararnos a Europa y siempre nos equivocamos de medidas. Para equiparar la educación española a la del resto de países del continente, no hay que cambiar los horarios, las vacaciones o las materias, lo que hay que hacer es una reforma real del sistema planteada desde la mejora de la enseñanza en sí. La semana blanca es un concepto del norte de Europa que se creó debido a que en numerosas ocasiones el clima era tan frío que el gasto en calefacción era imposible, la nieve dificultaba los trayectos y las horas de sol son mínimas, mientras que en los mismos países, junio, julio y septiembre resultaban las épocas más idóneas para impartir clase. España, no es el norte de Europa, nuestro clima es completamente diferente, por ello no creo que sea bueno en ningún caso que se acorten las vacaciones de verano, ¿pues quién está dispuesto a dar clase a la 1 del mediodía de finales de junio o a primero de septiembre? Ahora bien, si el debate se centra en lo que más conviene a los alumnos, y mejor aún, a la calidad de su educación, sinceramente creo que no es la semana blanca lo que puede mejorar o empeorar la situación, para ello sólo hay una solución: mejorar la enseñanza pública en todos sus aspectos. Una pena, no obstante, que mientras hablamos de esto nuestro gobierno decida a su vez que gastamos una barbaridad en educación y como ya hizo con sanidad, recorte gastos de aquí y de allá. ¿Realmente queremos una mejora de la enseñanza o la semana blanca no es más que otro lavado de imagen? No sé por qué, me lo temía.

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