
Hay cosas que no se pueden explicar.
OS QUIERO.
Parece que fue ayer cuando aún estábamos en el colegio, acabando el último curso, sintiéndonos los reyes del recreo y pensando en cómo iba a ser el siguiente año. “El instituto”. La verdad, daba respeto. Tan grande, con tanta gente… nuevos profesores, nuevas asignaturas y el decir adiós a una gran época de nuestra vida. Fue ahí, justo ahí, en esa decisión importante en la cual el nombre de Benito apareció de la nada. Como cada año dos ex alumnos regresaron a nuestro querido colegio a explicar cómo era el Instituto Joan Miró y qué tenía de especial, definitivamente se quedaron grabadas 2 cosas. Una, muy importante, tenía dos patios (cosa que nos causó una muy buena impresión) y la segunda, contaba con 3 eminencias: Ana, la del Bar, con quien siempre podrás contar, es sencilla y buena como pocos; Helena Porras, a quien todos conocimos como
Risa y bromas a todas horas. Guía en los primeros días de instituto, cuando te parece que todo es demasiado grande. Un amigo cuando llegas tarde y crees que nadie puede salvarte de quedarte una hora fuera. Alguien que siempre te echa una mano, sea lo que sea que necesites. Quien te saca una sonrisa cuando más te hace falta… en definitiva, Benito es principalmente una buenísima persona y una pieza clave de nuestra historia entre estos muros. Nadie podría hablar de su paso por el Joan Miró sin dedicarle, al menos, 1 capítulo (o dos) a nuestro querido Benito. Siempre estará en un lugar de nuestros corazoncitos y esperamos que él nos tenga también en un rinconcito del suyo.
Gracias.