sábado, 31 de julio de 2010

IDIOTA

Idiota, soy idiota. Ingenua de mí siempre creo 100% en las personas a las que quiero, no tengo que dudar de ellas... ¿no? Pero da igual, siempre acaba pasando lo mismo. Todo el mundo presupone y supone bien, excepto yo, que me creo a rajatabla las palabras de los que quiero, aunque me la estén metiendo doblada.

Una vez más: IDIOTA.
Ni siquiera me permití el lujo de dudar ni una sola vez, estaba tan convencida de que ella me lo diría, de que si hubiera algo... cualquier cosa ella sencillamente, con una sonrisa, me lo diría. No quería detalles, ni le iba a preguntar, la conozco, sé que no le gusta hablar de ello... pero al menos, decírmelo. Al menos... confiar en mí.

No importa, UN AÑO ENTERO. IDIOTA. Pero no hay nada mejor: "la gente lo supone", pues muy bien. Soy ingenua, subnormal e idiota. Yo nunca supuse, ni pensé siquiera, nunca pregunté abiertamente ni lo haría, porque era algo suyo... y esperaba que ella dijera: Neus, sí. Simplemente, pero no, era mucho más fácil que pasara 1 año y decir sencillamente que la gente lo supone, y alegar además que no tiene porque contar nada.

Cierto. Sólo que me has hecho sentir, una vez más, imbécil perdida. No sé porque tengo la puñetera habilidad de creer ciegamente a las personas y creerme lo suficientemente importante como para merecer un trato sincero de su parte, además de confianza.

Sólo me queda decir: IDIOTA.

Fragilidad.

No puedes llegar a imaginar lo frágil que soy... ¿ves esta aura de seguridad, esta imagen de chica fuerte que te mira a los ojos con fuerza? Es una burbuja, una fachada creada a raíz de las miles de veces que alguien ha conseguido hacerme daño.

Si buscaras en un diccionario la palabrá frágil, debería salir mi nombre en la última acepción. Porque soy así, frágil, débil. Muchos creen que soy fuerte, lo afirman amigos, profesores, familiares... "Nadie aguantaría lo que tú", han dicho muchos, pero en verdad nadie sabe lo rota que estoy por dentro, nadie puede ver los pedazos que hay en mi interior, nadie ve como día tras día mi corazón se recompone, lleno de heridas cosidas que tratan de abrirse, a cada latido. No soy fuerte, créeme. A cada paso que doy miro el suelo, el cielo y alrededor. Pienso 40 veces antes de caminar y nunca jamás piso con demasiada seguridad, tengo miedo que mi peso pueda romper ese suelo y caer otra vez.

No sabes la de veces que oigo en mi interior su voz, otra vez. No sabes como me acompañan sus palabras, después de tanto tiempo "No vales para nada, nadie te quiere, te vas a quedar sola". "Nadie ahí fuera va a aguantarte más que yo, ¿Quién querría estar con alguien como tú? Si alguien te quiere, ¿sabes por qué es? POR INTERES, sólo por eso, no ves que eres una lista, les vas bien y cuando te usen, se olvidarán de ti". Y no importa que pase hoy o mañana, no importa lo feliz que me sienta o lo segura que me levante, siempre hay algo que me lo recuerda. Algo que me dice que no me confíe, porque voy a caer, seguro que voy a caer... y debo estar preparada para el golpe, una vez más.

¿Sabes lo que es conocer a alguien y estar esperando a que te decepcione? Tener tanta seguridad que antes de que ocurra nada, tu ya presupones que esa persona acabará por dejarte, por huir de ti, o peor, por hacerte daño, porque es lo que te ha tocado, es lo que tú mereces, porque nadie en su sano juicio va a elegirte antes que a otra persona. Eso es horrible. No lo pienso, pero una voz en mi cabeza lo dice a cada segundo, siempre que estoy con alguien, me recuerda lo poco que valgo y lo mucho que tengo que perder si la otra persona me conoce, no para de hablar, no para de repatearme por la cara lo mal que lo he pasado y la de palos que me han dado, para que no se me olvide, para que no me pille desprevenida.

No importa quién sea, sobretodo si es un chico, siempre estoy esperando a que pase algo, porque pasará... no soy lo suficientemente buena para él, y lo tengo grabado. No importa lo mucho que me repita a mi misma lo mucho que valgo, porque en el momento justo en que me sienta un poco mal, aunque sea sólo mínimanente... esa voz estará ahí, y me recordará lo poco que valgo, y lo poco que tengo que ofrecer. Siempre estará la pregunta de: ¿por qué sigue aquí? Podría estar con cualquiera mejor que yo...

No sabes lo duro que es enfrentarse a todo esto día a día, que te va consumiendo. Tengo miedo, y me siento muy frágil. Pero nunca tengo dónde decirlo.. o a quien. ¿Qué? Reconocer que soy una imbécil y una debilucha, que no puedo con mi alma y que las palabras de él me siguen atormenando, no soy capaz, no quiero sentirme más débil aún delante de ellos, no quiero que me tengan pena... prefiero que sigan pensando que soy tan fuerte que nada me importa, y que cuando hagan algo que me rompa por dentro, crean que me voy a recomponer en dos minutos, aunque sea incapaz de olvidarlo en la vida.

No soy fuerte... sólo hago ver que lo soy.

Sexualmente activa.

¿Eso es bueno o es malo? La verdad, no lo sé. Intento ser yo misma y hablar sinceramente de este tema con las personas a las que quiero, tanto amigos, como amigas. No voy a ser quién no soy, ni voy a mentirles. Digo lo que pienso y lo que siento, a veces también lo que hago, y no me arrepiento, ni tampoco me avergüenzo, pero creo que no siempre es bueno.
A veces tengo la sensación de que se hacen una idea muy equivocada de mí. Empiezan a verme como a una obsesa sexual o algo así, creo que piensan que sólo me importa eso y que mi vida se centra en el sexo. Nada más alejado de la realidad.

Para mí, la única manera de conseguir que el sexo deje de ser tabú, de conseguir que se quiten de una vez las vergüenzas y los tópicos, que se hable de aquello que lleva siendo natural toda la vida, y que al hablar de ello se consiga una mejor vida sexual, es hablando sin tapujos y con la verdad por delante del sexo y todo lo que tiene que ver con él. Masturbación, sexo, preliminares, fantasías, relatos eróticos, porno... TODO. Soy una chica, lo sé, pero no pienso encerrarme en el espiral típico de vergüenza en el que hablar de estos temas pasa a ser un momento para olvidar y se desvía el tema en cuanto se puede. Yo lo siento, pero no soy así. Hablo y pregunto siempre que puedo y estoy ahí para mis amigos, no hay nada de malo en ello, creo, y leo o miro todo lo que quiero y puedo para saber más y más. Se supone que toda la experiencia que tenga ayudará en un futuro a mis relaciones sexuales y fortalecerá la pareja, además de proporcionar mayor placer a ambos, puesto que la vergüenza, el pudor y la desconfianza matan el sexo.

No obstante, creo que eso no tiene nada que ver con muchas otras cosas. Hablo de ello, respondo sinceramente, veo porno y escribo y leo relatos eróticos, muy bien, pero soy una chica normal. A parte de eso, soy además muy romántica y creo que si busco bien puedo encontrar una pareja para toda la vida. No creo en las relaciones abiertas, porque sé que no podría aguantarlas. Estoy dispuesta a casi todo, pero dentro de una relación formal. Aunque los tríos y las orgías no me parezcan mal, no creo que pueda hablar mucho de ello en un futuro, puesto que una cosa es fantasear y otra muy diferente la vida real, y yo en la vida real lo que quiero es una pareja con la poder compenetrarme 100%.

No soy una desmelenada que se pasa el día pensando en sexo. Sigo prefiriendo una cama con pétalos de rosa y unas palabras dulces en el oído, y una sesión de cama llena de besos y caricias, que sexo lujurioso en la cocina, sólo que la diferencia es que estoy segura de que praticaré los dos. La rutina mata, y no pienso dejar que eso pase. No obstante, estar dispuesta a disfrutar de mi sexualidad en pareja, no tiene nada que ver con muchas otras cosas que parece que la gente quiere unir a mi personalidad, y que en verdad no tienen nada que ver conmigo.

No creo en el sexo sin sentimiento, y aunque puedo fantasear con eso nunca lo haría. Soy normal y tengo pensamientos normales de chica normal, romántica y dulce, con una vida por delante que espero que sea plena. Quiero tener hijos y viajar, conseguir un puesto de trabajo que me haga feliz y publicar libros. Necesito una pareja que me entienda, que me cuide y que sea muy cariñosa, alguien familiar y con las ideas claras, con quien poder hablar de cualquier cosa y que le guste la cultura tanto como a mí. Y en último término: que sea tan sexual como yo en este sentido, que pueda confiar en él en todos los ámbitos de mi vida y que se compenetre conmigo en todas las vertientes. Alguien con quien poder hacer y deshacer cualquier cosa, que no me trate como a una niña ni como a una puta, sencillamente que quiera disfrutar de su sexualidad: igual que yo, cambiando de rutina cada día e innovando, dispuesto a no dejar que decaiga.

Por favor... no juzgueis, primero conoced. Y si no: preguntad.

Miedos.

- Miedo a estar sola.
- Miedo a no tener a nadie.
- Miedo a perder a mi madre.
- Miedo a volver a llorar.
- Miedo a que no me quieran.
- Miedo a que nadie quiera estar conmigo.
- Miedo a defraudar a mis amigos.
- Miedo a no ser una buena persona.
- Miedo a no ser suficiente.
- Miedo a ser como él.
- Miedo a no superar esto.
- Miedo a tener esta carga toda la vida.
- Miedo a perderme.
- Miedo a no poder ser yo misma.
- Miedo a ser yo misma.
- Miedo a dejar que alguien me conozca.
- Miedo a que nadie consiga conocerme.
- Miedo a no ser alguien en la vida.
- Miedo a no conseguir mis sueños.
- Miedo a no encontrar a alguien que me quiera realmente.
- Miedo a que me tengan asco.
- Miedo a ser transparente.
- Miedo a que la gente me juzque sin conocerme.
- Miedo a ser sólo una amiga.
- Miedo a no tener a nadie con quien hablar.
- Miedo a perecer en el intento.
- Miedo a hacer daño a la gente que me importa.
- Miedo.
- Miedo.
- Miedo...

Tengo tantos miedos...

Soledad.

Sola. ¿Sola? Sé que mentiría si dijera que estoy sola, y además, sería una completa egoísta sin sentimientos al decir tal barbaridad. ¡Quién tuviera una madre la mitad de buena que la mía, quién pudiera hablar de una familia tan unida, rara y divertida cómo la que yo tengo! Y, ¿los amigos? Los tengo, no a cientos, pero si que valen millones. Me quieren, y sé que están ahí. Mentiría asquerosamente si dijera cualquier otra cosa. También tengo conocidos y de más personas que sé que me darían su mano si cayera ahora mismo.

Pero... a veces me siento tan sola. Sé que no tengo derecho a decir esto, y sé que soy una egoísta por escribir estas letras, pero necesito plasmar en algún sitio este miedo y este sufrimiento. No importa cuánto le importas a la gente que te rodea, o lo mucho que te quieren. A mí en algunos momentos eso no me sirve. Me importa lo incomprendida que me siento a veces, y lo sola que estoy en algunos casos, aunque esté rodeada de mi gente. Soy diferente, y soy consciente de ello, me paro a pensarlo día a día, porque los demás no tienen porque acostumbrarse y cambiar por mí, pero a veces desearía que fueran capaces, por una vez, de ponerse en mi lugar. Desearía no tener que ser siempre aquella que piensa en todas las posibilidades y elige la mejor para el conjunto, en lugar de la mejor para mí misma. Poder, por una vez, ser egoísta y pensar en mí sin sentir remordimientos a todas horas. No tener que pensar 3 veces lo que digo para no herir a nadie, cuando los demás ni siquiera lo piensan 1 para no herirme a mí. No importa lo mucho que intento ser yo misma, siempre hay algo que me para y siempre hay cosas que no entienden de mí, pero que tampoco se paran a preguntar. Todos juzgan y nadie parece dispuesto a mirar y entender antes de afirmar.

Puede que sea una completa desagradecida y estas palabras no sean más que un sentimiento pasajero a raíz de algunos problemas que tengo, de toda la vida, y que mi percepción sea muy diferente a la realidad debido a eso. Pero la verdad es que me siento así. Siento que muchas veces estoy sola, aunque están a mi alrededor hablando conmigo, no estan a mi lado, no comprenden lo que yo quiero o lo que necesito. No recuerdo bien la última vez que alguien dijo algo bonito en relación a mí de manera sincera, sin bromear o como cumplido después de algo que había hecho. No recuerdo el último abrazo o cariño que alguien me dió sólo porque le apetecía en ese momento, o porque veía que yo lo necesitaba. Y a veces es eso, necesitan que pida las cosas o que rompa a llorar para darse cuenta de que necesito que me den un abrazo, y estoy harta, no me gusta nada llegar a ese punto. No quiero estar llorando por las esquinas como una desgraciada para que por pena vengan a consolarme. Sólo querría poder sentir esos abrazos alguna vez porque ellos quisieran sinceramente: dármelos, y prácticamente nunca pasa. Tampoco es que me rechacen cuando yo se los doy, pero cansa tener que ir siempre a por la gente, cansa tener que estar siempre detrás y sentir que tú nunca tienes a nadie detrás, tanto si lo necesitas como si no.

Estoy cansada de pensar tanto, de tener que hacer tantas cosas e intentar ser mejor a cada momento, agradar, querer y mimar... porque después es peor el batacazo cuando sientes que ellos no hacen ni el más mínimo esfuerzo en comparación. Estoy cansada de sentirme sola e incomprendida, siendo más una madre que una amiga. Necesito aire, necesito cariño... y necesito esa sensación de estabilidad que hace tanto tiempo que perdí.

No soy capaz de tirar adelante... y eso me da mucho miedo.

Estrellas.

Son soles, ¿no? Estrellas que alumbran otros planetas, otros sistemas... candentes y enormes, con gran luz, con mucho calor. Aparecen sólo de noche, a cientos, a miles... llenando ese cielo azul nuestro de puntitos luminosos que forman miles de constelaciones que conocemos o ignoramos. No importa dónde te encuentres o cómo te sientas, al caer la noche, estirada en cualquier lugar, dejas de pensar y te centras en algún minúsculo puntito en el cielo... buscas formas y te regodeas cuando encuentras alguna, aunque estés equivocado, da igual, en ese instante eres feliz.

Su luz quizá extinguida nos saca sonrisas e historias, da cobijo a parejas y a solitarios, ayuda a encontrar el norte, y también el sur de nuestra historia. Da pena cuando se esconden entre las nubes, y agrada cuando la luna está llena y como un foco ilumina nuestro rostro, y deja contemplar esas pequeñas lucecitas que la rodean, como acompañándola para que no esté sola.

Se para tu mundo cuando por una vez, tranquilamente, eres capaz de dejar lo que estás haciendo, eso tan importante que corre tanta prisa, para subir a algun lugar despejado y con poca luz, mirar al cielo y parar unos minutos. Entonces observas tantas lucecitas, tantas constelaciones... todo un mundo completamente distinto al que conoces en tus ojos, al alcance de tu mano si cuentas con imaginación... te vuelves minúsculo ante esa inmensidad, pero sonríes. Esas pequeñas luces parecen alumbrar tu camino y es ahí dónde muchas veces encuentras una respuesta, o empiezas una pregunta. Eso no importa, ese momento mágico nadie podrá quitártelo, nadie podrá borrar esa fugacidad en que te has sentido reconfortado y listo para cualquier cosa, cuando la inmensidad del cielo te abarca y te da fuerzas, paz, tranquilidad. Parece que ya nada tiene sentido más allá de la relajación y una sonrisa absurda en tus labios que podrá durar una eternidad si te lo propones.

La felicidad está en las pequeñas cosas, pero tienes que mirar más de una vez para poder encontrarla. No corras... párate y descubre, no sabes lo mucho que te queda por descubrir.

viernes, 30 de julio de 2010

Paz.

Paz sería poco para describir este lugar. No es tranquilidad, ni calma, tampoco podría plasmarse en palabras como: equilibrio, perfección o relax. Seguramente no es tan intenso, ni tan increíble como yo lo siento... pero para mí es el trocito de mundo en dónde mejor me siento, el lugar al que si hablamos de espíritu pertenezco. Puede que para algunos sea ínfimo, pequeño e insípido, un simple pueblo de españa como cualquier otro, de casas encaladas y montañas peladas que lo rodean. Para otros seguramente haga demasiado calor, haya poca gente y no tenga nada que ver, muy alejado de la ciudad y de la playa. Para algunos corazones aventureros les parecerá interesante por su paisaje, el enclave, lo que le rodea y también sus calles, que son incomparables a cualquier otro lugar, pero una vez visitado no volverán.

Para mí, en cambio, es como el paraíso. Pequeño, pero vivo, blanco, con todas esas callejuelas que se entrecruzan en mil sitios, todo lleno de plantas, de flores de vivos colores, las fuentes que nunca paran de sonar, el agua brota sin cesar a cada segundo, imparable, su gente tan dicharachera como siempre, su paisaje inigualable, el castillo,...

Lanjarón. Calles, fuentes, olores... es mi paraíso, el lugar a dónde pertenezco... no importa porqué, ni cuándo... sólo sé que mi alma se ha quedado ahí, en esas calles, con esas fuentes sonando de fondo, debajo de esas estrellas, de ese cielo estrellado que nunca vi tan lleno como en ese lugar.. ya nada puede sanarme de este veneno, me corroe las entrañas. Cuento los segundos para volver a respirar ese aroma.

Ya he vivido... y no voy a volver a sobrevivir.

miércoles, 7 de julio de 2010

TEMA CINCO

Preliminares, juegos y de más

En una pareja es sumamente importante la parte anterior al coito. Puede llegar a ser tan interesante o más que esta segunda parte, y gozar de ella un largo tiempo es del todo placentero. Hay mil cosas que hacer en esos preliminares y puedes innovar o sorprender con todo aquello que quieras, siempre y cuando no sea grosero o deshechado por la pareja.

Es importante el estímulo de zonas sensibles que quizá no resultan tan obvias. Por ejemplo: los lóbulos de la oreja, la nuca, la mandíbula, el cuello, las clavículas, el vientre, la zona interior de los muslos... con caricias, lametones, susurros, soplar aire frío... o con un cubito. Posteriormente puede pasarse a las zonas más candentes, que suelen ser los senos, el culo y todo el centro femenino, así como también el pecho y el pene/testículos del hombre.

Es importante saber llevar los tiempos y las zonas. También sirve para conocer más a tu pareja. En esos momentos se deben susurrar cosas o explicarlas, contar las fantasías, pedir cosas, suplicar, sorprender, innovar... pueden usarse las manos o la lengua, así como el resto del cuerpo. El antes del momento cumbre es tan importante como el momento en sí, pues no deja de ser la preparación, el preámbulo...

Se toma como preliminar normalmente el beso, la caricia y en algunos casos el sexo oral. Pueden pasar mil cosas más en esos preliminares.
- En primer término hay que darle al momento del desnudo su papel importante. Una manera de desnudarse o de desnudar puede cambiar el curso de una relación, podemos hablar de streaptease, quitar la ropa con los dientes, no desnudar a la pareja (es decir, hacerlo con la ropa puesta), quitarse la ropa corriendo, rompiendo telas y desgarrando botones, tomar sus manos entre las tuyas e irse desnudando... hay mil maneras de hacer las cosas, y cómo lo hagas podrá condicionar lo siguiente.
- Es importante también todo aquello que se diga. Cierto es que tanto hombres como mujeres solemos apreciar más un sexo tranquilo, romántico y pausado... que un polvo salvaje, pero como ya he dicho en otras ocasiones: LA RUTINA CANSA. Es importante saber decir y cómo decir las cosas. Puede calentar o gustar tanto un: "te quiero muchísimo" en el oído susurrado, como un "te deseo", como un "tengo unas ganas locas de comértela entera". Usar términos eróticos o subidos de tono, no está nada mal. Hay veces en que las emociones se canalizan en la parte romántica y otras que pueden o deben canalizarse en una parte más salvaje, quizás animal.
A mí como mujer, no me parece una falta de respeto o una agresión que mi novio mirándome a los ojos diga "chúpamela", o que en un momento dado suelte algo como "te voy a follar tanto esta noche que mañana no vas a poder andar". En el momento, en ese contexto, me excitaré muchísimo y será hacer el amor igualmente que cuando me dice "eres preciosa y me pasaría la vida acariciando tu pelo" y todo son besos, puesto que hacer el amor es sencillamente que la relación conlleve una serie de sentimientos adheridos que un polvo no lleva.
- La ropa puede cambiar un momento. Usar lencería, o ponerse algo que la pareja "adora" da un nuevo giro a la historia. Obviamente lleves lo que lleves, seguro que acabará por el suelo, pero es el gesto de preocuparte y hacer algo por el otro.
Lencería fina, un disfraz de sirvienta, de gatita... traje de camisa y corbata, peto de fontanero, uniforme militar... etc. De la misma manera, la misma desnudez también puede llegar a ser de lo más erótico si sabe aprovecharse.
- Las miradas, caricias y besos tienen el protagonismo en este instante, haz y déjate hacer, todo lo que hagas lo notarás después. Es importante en el caso de la mujer, que haya unos buenos preliminares para que ella esté lo suficientemente lubricada y la penetración sea del todo placentera, no es verdad, en cambio, que nosotras tardemos una barbaridad en conseguirlo... todo depende, una vez más, de cada mujer... y puede que ella esté preparada antes que él, o que necesite media hora para ponerse a tono. ESO DEBE HABLARSE.
- El sexo oral puede ayudar, no tiene porque ser el plato principal o el postre, puede ser tipo buffet e ir picando de aquí a allá. :)

Ante todo... experimenta, habla, descubre e innova. Si no, no tendrá futuro ni tu pareja ni ninguna otra, todo se basa en eso.

:)

TEMA CUATRO

Sexo anal.

Quizá uno de los tabús más grandes de nuestro tiempo. Para unos una práctica enteramente homosexual, para otros exige cierta degeneración para "querer eso" y para muchos otros, es una práctica como cualquier otra que debe quererse por ambas partes, si es así, es del todo normal. Siempre hay, también, quien tiene cierta obsesión con el tema y pasa a ser más bien enfermizo, pero eso puede suceder con cualquier otra práctica u objeto.

En primer lugar hay que estar seguros de querer hacerlo. El ano no es un lugar que esté preparado para recibir penetraciones a gran escala, aunque es cierto que tiene irrigación sanguínea y terminaciones nerviosas a punta pala, mucho más que la vagina. En el caso masculino es aún más placentero, puesto que es por la única zona por la que puede estimularse la próstata. No obstante, no es obligatorio y debe salir de uno mismo, poco a poco. Obligarse a algo, es una mala decisión.

Cabe tener en cuenta que no todo el mundo quiere practicarlo y debe respetarse la opinión del otro por encima de todo. A su vez, debe hacerse con suma cautela y usando tanta vaselina o lubricante como se puede, especialmente la primera vez. La lentitud debe ser la única manera de empezar y es importante recordar que no puede querer meterse de golpe, en ningún caso. Poco a poco va cediendo y en caso que no ceda, vale más parar, seguir ejercitando con los dedos y la vaselina e intentar después. Si fuerzas, ninguno de los dos sentiréis nada.

En una pareja, aunque parezca raro, pueden practicar sexo anal cualquiera de ellos. En el caso de la chica, claro está, sencillamente será penetrada por el ano en lugar de por la vagina. Mientras que en caso masculino, si su pareja es una mujer, puede estimularse esta zona con los dedos o con cualquier tipo de juguete. En muchos casos ellos afirman que una vez lo pruebas ya no puedes imaginarte una relación sin ello, puesto que los clímax son totalmente diferentes debido al estímulo de la próstata desde el ano.
Hay muchas posturas en las que se puede prácticar y tiene cierto morbo, especialmente para muchos de ellos, aunque nosotras tampoco nos salvamos. Esa mezcla de dolor, sometimiento y placer excita, eso no se puede dudar, pero a veces eso no es suficiente. Pase lo que pase, debe ser una práctica placentera y escogida, si lo es: nada puede ser mejor.

Si alguno lo habéis hecho ya, podeis contarlo, preguntar, explicar... :)

GRACIAS POR LEERME.

martes, 6 de julio de 2010

Aclaración.

Puesto que el sexo y el escribir son dos temas recurrentes en mi vida, de los cuales no puedo prescindir, escribo bastante novela erótica. Los que me conocen dicen que lo habo bastante bien, y sea o no sea así.. a mí me gusta hacerlo.
Me sirve para imaginar cosas que yo querría hacer, descargar tensión y además... aprender a describir todo tipo de situaciones, descripciones o dialogos. Espero que si alguno de mis lectores no comparte esta opinión, no se sienta ofendido por tales relatos, si es así... lo siento mucho, pero forma parte de mi misma.

GRACIAS.

Lametones.

Finales de Noviembre
¿Cómo un peluche? No, esa no sería una buena descripción. Más bien Laia lo veía como a una cosa inocente y pura que quería corromper. No dudaba que Albert tuviera su parte más cañera y segura, pero sabía que podía imponérsele de una manera que la excitaba. No acostumbraba a salir con hombres que pudiera dominar, y en esta ocasión el pensamiento de hacer con ese niñato lo que quisiera, la ponía mala.
¿Guapo? Quizá sí, había algo en él que la atraía de una forma increíble. No era como en otras ocasiones un cuerpo desmedido que emanaba sexo por los cuatro costados, a una sonrisa increíble, una manera de ser excitante o una mirada penetrante que la recorría de pies a cabeza desnudándola… en esta ocasión era inocencia e ingenuidad, unidas a un misterio que tenían sus ojos. Ese niño la tenía absolutamente contrariada.

No podía pensar, ni siquiera respirar con tranquilidad. Le iba a dar un ataque de asma como siguiera así. Laia lo tenía absolutamente loco. Aunque no quitaba de su cabeza la idea de que fuera una broma de mal gusto, la verdad es que las palabras de Laia habían sonado bastante contundentes y no sabía qué hacer. Ella sin duda era increíble y lo ponía muy nervioso, ya no iba a verla como antes y la evitaba durante todo el día, pero ella siempre era capaz de encontrarlo y susurrarle alguna grosería, tocarle o incluso besarle. Lo tenía completamente desquiciado.

Un nuevo mensaje. Otra vez Laia, seguro. “Pequeñín, mañana te espero en la sala 17 a las 12 en punto, ni se te ocurra faltar, ¿entendido? Voy a enseñarte un poco más sobre la vida. ¡Ah, por cierto! Me gusta ese polo de rayas que tienes, póntelo.” Una citación, al día siguiente… ¿Qué querría? Mejor no saberlo. Quizá era esa sensación de dominación lo que le atraía tanto de esa mujer, quizá su seguridad, sus impulsos… y claro, obviamente, su físico. Aunque estaba empezando a dudar si era tanto por eso, pues la mayoría de sus compañeros no la encontraban precisamente nada fuera de lo común. Un cuerpo medianamente atrayente, pero demasiado simple para algunos, con ciertos Kg. para otros y… muy seria y arisca para la mayoría. A él la verdad, lo volvía loco.

Estuvo pensando mil y una veces en si ir o no, y finalmente, sus pies lo llevaron a la sala 17 casi sin preguntarle. A las 12 en punto estaba ahí, no había nadie y se sintió mal al pensar que esa vez si era una broma. No tuvo tiempo a seguir pensando porque en el segundo siguiente entró Laia con las llaves, pasó y cerró.
- ¿Qué… qué se supone que haces exactamente?
- Tener intimidad.
- ¿Intimidad para qué?
A cada paso que daba ella, él daba un paso hacia atrás. Arrinconándose sin escapatoria en la pared. Excitación y miedo eran las dos sensaciones que más lo recorrían en ese instante, no sabía exactamente qué hacer o qué decir. Pero estaba claro que ella lo tenía completamente todo pensado.
- Intimidad para esto –dijo acercándose poco a poco y agarrándolo por el cuello. El beso éste superó el primero, eso seguro-.
Albert intentó respirar con tranquilidad, pero no pudo, era imposible estar tranquilo a su lado. Ella lo ponía taquicárdico.
Ella quería jugar. Laia se había estado relamiendo sólo con pensar en lo que podría hacerle en esa media hora de descanso en esa sala, y había pensado en mil posturas y cosas para probar con su pequeño.
- ¿Eres virgen?
- ¿Qué? –dijo él sobresaltado-.
- ¿Lo eres o no? –Repitió ella mientras empezaba a lamer su cuello, con pequeños mordiscos y lametones, mientras agarraba el filo de su polo de rayas, subiéndolo, para acariciar su piel-.
- Sí… sí, lo soy.
- Mmm… -dijo ella suspirando. Un virgen, empezaba a relamerse aún más-. Eso hay que remediarlo de ahora en adelante. ¿Virgen total?
- ¿Qué quieres decir?
Ella subió por su cuello y empezó a lamer el lóbulo de su oreja, con pequeños mordiscos, mientras seguía subiendo por su pecho. Tenía la piel muy caliente, y empezaba a respirar con dificultad. Este niño la ponía frenética.
- ¿Has lamido a una chica? ¿Te la han chupado alguna vez? O quizás… - entonces miró sus ojos y vió perfectamente que era COMPLETAMENTE VIRGEN, quizás hasta su primer beso lo había tenido con ella. Perfecto, absolutamente perfecto-. Bueno, entonces… hoy empezaré a desvirgarte, iremos paso a paso.
- ¿Qué quieres decir con…?
En ese mismo momento ella metió toda su mano en su pantalón, él se escandalizó e intentó apartarse pero ella no lo dejó. Sabía perfectamente que él también quería, eso era indiscutible, así que no iba a parar en ningún momento.
- Estoy tan húmeda… me muero por lamerte –susurró ella en su oído, excitándolo de mala manera-.
Abrió bien su pantalón y lo dejó caer, a continuación besó por encima de la tela su miembro y miró a sus ojos. Albert estaba apoyado en la pared, con los puños apretados, suspirando con dificultad y con los ojos completamente cerrados.
- No está nada mal… -dijo ella al notar su tamaño-.
Él dio un vuelco, pero no se movió un milímetro. Con extrema suavidad ella bajó el slip y pasó su lengua por la punta. Él suspiró. Era tan excitante… un virgen totalmente estampado contra la pared, cerrando sus ojos y suspirando, mientras ella iba a darle uno de los grandes placeres de su vida. Humedecerse era poco.
La tomó entre sus manos y empezó a besarla con cuidado, después un par de lametones, un par de caricias… ya estaba completamente erecta y ella era una golosa, no iba a poder esperar mucho más. Quería comérsela. Con glotonería se la metió en la boca, sólo la punta, y poco a poco fue chupando y lamiendo, introduciendo cada vez más trozo, cada vez más centímetros… hasta que casi la tuvo entera. Entonces subió su mano derecha hacia su torso y tocó, acarició… su piel estaba tan caliente…
- ¿Te gusta? Albert… ¿te gusta?
Él no contestó, pero abrió los ojos. Vergüenza era poco para describir su cara, pero también había excitación. Cerrando de nuevo sus ojos posó su mano izquierda en su cabeza y empezó a acariciar su pelo, no hizo fuerza con su mano y ella lo agradeció. Pasaron aproximadamente unos 10 minutos y él ya no aguantó más. Ella lo dejó acabar en su boca, y después cogió un pañuelo para limpiarse. Para ser la primera vez, no había estado nada mal, esperaba que no aguantara ni un minuto… y su tamaño estaba muy pero que muy bien, no había conseguido metérsela entera y ella era una auténtica golosa. No obstante, estaba muy pero que muy excitada. Los suspiros de Albert, sus ojos cerrados, sus caricias en su pelo, su piel suave y caliente… ese niño le gustaba, y mucho. Deseaba tener un poco más de tiempo para desvirgarle completamente. Jugar con él sería toda una aventura.

No podía creer lo que estaba pasando… era absolutamente diferente a todo lo que él podría haber imaginado. Una chica como ella con alguien como él. Ya no era por el pedazo de sexo oral que le había regalado, sino por la situación en sí, por el momento, las caras, los sentimientos que ambos habían tenido… era por todo, y no sabía qué hacer o qué pensar… simplemente estaba como en una nube.

Ella lo vistió, besó de nuevo sus labios y se fue para que pudiera sobreponerse antes de volver a la clase. No obstante, antes de irse le dejó otro papelito indicándole el lugar y la hora de la siguiente clase sexual.

Laia era… diferente. Aún así no se sentía bien del todo, feliz sí y excitado también, había sido la primera vez y había estado increíblemente bien, pero no se imaginaba que esa primera vez fuera así… no fría, pero sí distante, ni siquiera se conocían y ella no había sentido nada, ella no había dejado que él hiciera nada, ni siquiera lo había pedido. Objeto no se sentía, pero podía entender lo que decían tanto hombres como mujeres al decir que eran un mero títere sexual para la pareja. En ese feliz momento, él también tuvo ganas de llorar… pues, ¿había algo más que la simple razón de dominación y excitación ante un chico como él para que ella quisiera estar a su lado? En ese momento, no supo qué pensar. Quizá con los días, las cosas se aclararían un poco.

Ellos se vieron

Él ni siquiera había pensado en cómo iba a ser su vida sexual en un futuro. Esperaba el momento y no se sentía precisamente preocupado por empezar a experimentar. Le llamaba la atención, claro, pero no estaba ansioso… las cosas llegarían cuando fuera el momento exacto, ni más ni menos.

18 añitos. De complexión bastante delgada y piel bastante oscura. Pelo ondulado, poco sedoso, de un fuerte color negro, cortado aproximadamente por los hombros. Unos ojos marrones profundos, labios carnosos y una gran sonrisa. Las manos bastante grandes, y no muy fuerte. Tímido, eso seguro. Escondido tras una coraza de risas y comentarios graciosos, escondido de todo un mundo del que temía resultar herido. Mucho más complejo de lo que ellos creían, mucho más atento a las cosas. No era tonto, se percataba de todo… y quizás, refugiarse en esa inocencia y pasividad era lo que le salvaba.

Septiembre.

Empezaba un nuevo curso. Los nacidos en 1992 empezaban la universidad. Un nuevo camino, una nueva etapa… mucha gente nueva, muchas cosas que empiezan a cambiar y hay que tomar muchas decisiones. No obstante, él tenía claro que quería y cómo lo quería.

Primer día de clase… las típicas pérdidas de clase, los pasillos interminables, mil compañeros, llegar tarde… con los días se iría acostumbrando. El tercer día la vió y ya no pudo dejar de mirar. No sabía su nombre, pero era… indescriptible. Mayor, eso seguro, quizá una profesora, quizá alguna funcionaría de la universidad. Lo único que podía decir es que era preciosa, al menos a sus ojos era preciosa.

- ¿Quieres algo? –Dijo ella una de las mil veces en que él se la quedó mirando, embelesado durante minutos-.

Sólo pudo negar con la cabeza, agachar la mirada y salir corriendo. Ella sonrió. Otro más para la larga lista de niñatos que se iban a dar una alegría recordando esa noche sus curvas. ¡Malditas hormonas revolucionadas!

Octubre.

El niñato de primero de cabello rizado largo y con los ojos marrones se pasaba la mitad del día mirándola. La estaba poniendo muy nerviosa, por primera vez en muchos años alguien era capaz de intimidarla. Lo que peor llevaba es que fuera un niñato de 18 años delgado y con carita inocente, quizá era eso lo que la extrañaba, su carita inocente tras unos ojos que decían mucho más.

- Me está poniendo nerviosa… -dijo ella, cuando lo vio por tercera vez en ese mismo día apoyado en una de las columnas mientras la miraba de refilón-.

- ¿Qué dices Laia?

- ¿Ves ese chico de ahí? –Alex, su compañero, asintió.- Lleva desde que empezaron las clases en septiembre pasando entre 4 y 5 veces cada día a verme, simplemente me observa. Y me está empezando a cabrear.

- ¡Déjalo pobrecito! Está embelesado… como todos.

- ¡Estoy harta de ser el ideal masturbatorio de los alumnos de primero!

Alex empezó a partirse de la risa y fue a llevar un par de cosas al despacho de uno de los profesores de biología, cada día se reía más con su compañera, era realmente especial, podría decirse que absolutamente: única.

Él la miraba… era como una droga, ya no se imaginaba un día sin estar unos minutos observándola. Simplemente necesitaba mirarla, como caía su pelo por su espalda, como se subía las gafas, como ordenaba los papeles…

En un mes había descubierto que su nombre era Laia, se encargaba de todo aquello que fuera administración en torno al profesorado y a los alumnos. Estaba estudiando derecho y trabajaba en la universidad porque al haber acabado la carrera de Biomedicina se había quedado en administración, ya que no quería ejercer de ello, sino como abogada en un futuro. Tenía 28 años y vivía sola, siempre llegaba a la universidad con un Honda precioso de color negro, siempre sola, y siempre vestida con pantalón largo de vestir y americana a juego, debajo una camisa blanca y chaleco o corbata. Normalmente llevaba el pelo recogido en una pinza, con la mitad suelto en su espalda, y unas gafas bastante cuadradas de color negro. Poco maquillaje, pero con los labios bastante brillantes, rimel que acentuaba sus largas pestañas y un poco de colorete para resaltar su bonito color de piel.

Noviembre

El niñato se llamaba Albert y tenía, como ella ya había dicho, 18 añitos. No se le daba mal estudiar y era bastante callado en clase. Con un círculo reducido de amigos, pasaba bastantes horas en la biblioteca estudiando sin armar escándalo. No era conocido ni desconocido por los profesores, lo que significaba que estaba entre los normales tirando a buenos. Se notaba que le gustaba su carrera, eso sí. Al contrario que muchos otros, su mirada era limpia, la contemplaba siempre como si fuera un monumento, y eso con el tiempo empezó a gustarle. Quizá… podría jugar con él.

Era miércoles. Las doce del mediodía, si no se equivocaba, su pequeña presa estaría a punto de salir de su segunda clase y se dirigiría a su siempre cómoda columna para apoyarse durante un escaso minuto y contemplarla, mientras supuestamente arreglaba su mochila y ponía en orden sus apuntes. Estaba preparada.

- ¡Ahora voy para ya, un momento que cojo los apuntes!

Ahí venía. Como siempre se paró ahí, y al alzar la vista para buscarla… se la encontró de frente, a escasos centímetros, mirándole fijamente a los ojos y sonriendo. Dio un paso atrás y se encontró cercado por la columna y el cuerpo de ella, ¿cómo había podido llegar a esa situación?

- Te llamas Albert, ¿verdad?

- Sí… -dijo él titubeando, completamente rojo, estaba muy nervioso-.

Ella sonrió aún más y se acercó un segundo a su oído, retiró el cabello en un momento y le susurró “Encantada de que me mires a diario, pero… ¿no querrías hacer algo más que mirarme?”. Ella se separó y lo miró. Mil sensaciones diferentes pasaban por su cabeza, y ella lo estaba disfrutando a conciencia.

- Piénsatelo, ¿quieres? Y dime algo cuando lo tengas claro…

Le dejó un papelito en la mano y le besó en los labios en una milésima de segundo. Albert no sabía qué hacer o qué decir. Se sentía absolutamente fuera de contexto, se pellizcó una cantidad innumerable de veces para cerciorarse de que estaba despierto y eso no era un sueño más de los muchos que tenía.

- ¿Es en serio?

Estuvo una semana sin ir a verla, sin mirarla siquiera cuando se la cruzaba por los pasillos. En el papel había escrito su móvil, su correo y su dirección. Ni se le había pasado por la cabeza enviarle nada, mucho menos llamarla o presentarse en su casa. Debía ser una broma de sus amigos, algo así, no podía ser otra cosa.

Justo a la semana, se encontró con ella de frente de nuevo y trató de esquivarla, pero ella se interpuso en su camino y lo arrastró a una de las esquinas de la sala. Ya no había nadie allí, estaban solos.

- ¿Qué pasa?

- ¿Perdona?

- Llevo una semana entera esperando a que contestes algo, que sencillamente digas si o no… no estás obligado a decir que sí, yo pensé que tal y como me mirabas desde que empezó el curso tú…

- Pensaba que era una broma.

- ¿Qué? –Dijo ella confundida-.

- No me tomé en serio lo que dijiste. Pensé que era una broma de mis amigos, y aún lo sigo pensando. Por eso te evito y no quiero verte, no pienso caer en la broma. No vais a humillarme.

No la miró a los ojos, no subió la mirada e intentó ser lo más frío posible. Ella sonrió, esa inocencia le parecía absolutamente sexy y cuánto más la evitaba, más ganas tenía de ver a aquel pequeño niñato que intentaba escaparse de sus manos.

- No es ninguna broma.

- ¿Cómo que no? ¿De qué otro modo tú querrías…?

No pudo terminar la frase, Laia ya había empezado a besarle. No un beso cualquiera, no un pico como la otra vez, aquello era un beso en toda regla. Lengua con lengua, con pasión y lujuria… mientras hacía eso, había empezado a meter mano bajo su camiseta y empezaba a reseguir su cintura con una mano, mientras con la otra acariciaba su nuca, dejándole sin sentido.

- Esto no es ninguna broma, es mi decisión. Yo te quiero para mí, me pones enferma sólo con verte. Eres follable, muy follable. Absolutamente comible y quiero comerte. La verdad es que no me importa mucho si quieres o no… porque sé que lo voy a conseguir, pero será más fácil y más rápido si aceptas y me dejas hacer lo que me venga en gana. Piensa que sino, lo acabaré consiguiendo de una manera u otra.

sábado, 3 de julio de 2010

ESPAÑA 1 - 0 PARAGUAY

PASE A SEMIFINALESSSSSS!




Aunque parezca mentira, a mucha gente que me conoce le descoloca bastante, soy muy futbolera. Me encanta este deporte y disfruto muchísimo praticándolo y viéndolo. Soy una apasionada del futbol y me decanto por el Real Madrid en España, aunque me gusta el buen futbol, sea quien sea el que lo juega.
Como española y como futbolera, hoy no podía perder la ocasión de celebrar y publicar una entrada en mi blog sobre lo que hoy ha sucedido: en primer lugar, lo siento, pero me alegro muchísimo de la victoria de Alemania contra Argentina, y en segundo lugar, y mucho más importante, la victoria de España sobre Paraguay. MUY MERECIDA.

A POR ALEMANIA EN SEMIFINALES!
España ya sabe lo que es ganar a Alemania :)

Palabras.

Simples palabras, sólo palabras.
Una letra junto a otra.
Quizás ahora un punto.
Quizás una interrogación.
Termino con puntos suspensivos.
¿Son rayas sobre un papel?
¿Líneas confusas sobre un fondo?
¿Sólo rectas o curvas unidas,
tan sólo garabatos sin sentido?
Es mucho más, mucho más.
¿Acaso no lo ves?
Tras esas líneas, tras esa tinta..
se esconden tantas cosas.
Miedo, frustración, recuerdos.
A veces amor, cariño.
Otras dolor, resentimiento.
Incluso odio, incluso ira.
No es sólo lo que significan
o lo que cuentan.
Es lo que susurran desde atrás,
lo que llevan a sus espaldas.
El trasfondo, el contexto..
la historia de esos versos.
Quisiera que todo fuera más fácil.
Que pudieras entenderme de verdad.
Pero estás ciego, tras tu apariencia.
Ciego, sólo ves letras.
Tan sólo lees palabras sin sentido.
Quisiera... hacerte entender, sólo una vez.
Pero estás muy lejos.
Sí, lejos.
No importa lo cerca que te encuentres,
para mí siempre estás lejos.
Lejos de mi corazón y de mi alma.
Lejos de todo lo que amo,
pues tú solo miras y no ves,
no sientes lo que digo o lo que hablo.
Sólo son palabras... inútiles palabras.
Ahora desearía que entendieras una mirada..
un gesto, una risa...
pero no quieres entender, y ese es el problema.
No es que no puedas,
es que no quieres.
Y la verdad, no puedo hacer nada contra eso.

No obstante, te quiero.

TEMA TRES

Sexo "completo"

Principalmente, no es que el otro sea incompleto, pero parece que no estamos hablando de sexo a no ser que no haya penetración vaginal (en el caso de los heterosexuales, claro está). Realmente es la práctica más convencional en las parejas o en las personas, y quizás es la que menos confianza o roce implica, ya que lo resumimos al sexo. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que quizás, en mi opinión, mientras que el sexo oral es algo más "light" para algunos, para mí requiere una confianza bastante superior a este tipo de sexo. Ahora, cada uno, tiene su propia imagen de ello.

Es bastante gracioso hablar de ello, ¿no?
En algún momento del día siempre sucede algo o nos recuerda algo al sexo, y a veces es tabú, otras veces es gracioso, otras veces es duro... o sencillamente es deseo que empieza a recorrer nuestras venas y sentimos subir la temperatura de la habitación en segundos. Ciertamente cuando hablamos de sexo, hablamos de esto. En el 99% de los casos, se hagan o no otras cosas, este tipo de sexo siempre tiene su parte de protagonismo. Tanto si la persona elegida es una relación estable o un polvo esporádico, sea real o en fantasía, siempre acaba habiendo este tipo de contacto, es lo más fácil y quizás, lógico. No obstante... no es nada en sí. La penetración sencillamente no es nada.
Sin preliminares, miradas, besos, caricias, frases... y otro tipo de sexo, no hay penetración que valga la pena, ni para nosotras ni para ellos. Es instintivo, eso sí, pues queramos o no gran parte de nosotros es instinto, y como raza humana que somos, la reproducción es una parte inconfundible de nuestra existencia, a la que nos arrastran nuestras hormonas. Mientras que otros tipos de sexo no tienen nada que ver en absoluto con la descendencia, ya que se practican exclusivamente por el placer de la pareja, éste sexo es mucho más instintivo y quizá necesario. Recurrimos a él constantemente y es el único aceptado por religiones, parejas "light" o "timidos sexuales", como a mi me gusta llamarlos. Quizá sería bueno describirlo como el sexo natural, aquello a lo que nos lleva nuestra propia naturaleza.

Eso sí, hay que olvidar que el misionero también es natural. El misionero es una postura como cualquier otra, y como tal debe ser desterrado de nuestras costumbres más habituales. Quizá es cómoda, pero usada reiterativamente es muy cansina, no ofrece ningún tipo de estimulo más allá de la misma penetración, las miradas y besos o caricias que se puedan dar. Apenas hay movimiento y aún peor, la rutina cansa, sea en la postura que sea.
¿Qué es lo más normal? Innovar. Cambiar y sobretodo: dejarse llevar y disfrutar. El sexo no es ni una obligación ni una necesidad (puede que sí en parte, pero no debe tomarse de esa forma). El sexo es una herramienta de placer con la que el ser humano puede jugar, cambiando e innovando en cada momento, según la situación lo reclame.

Puede suceder que en un momento este sexo sea premeditado y con alevosía, preparando una cama con pétalos de flores, o esperando a la pareja en un coche, o quedándose desnuda completamente en el sofá esperando la llegada de la pareja... no importa dónde o cuándo, sólo importa que ambos quieran y que sea placentero.

Importante:
- Nosotras no siempre decimos que no, ni ponemos excusas tales como "me duele la cabeza", "estoy cansada" o "no me encuentro bien".
- No debe castigarse sin sexo, ninguno de los dos. El sexo es una relación de dos y nada tiene que ver con los hechos ocurridos anteriormente. Los problemas se arreglan hablando y vengarse cerrándose en banda y negándose a tener sexo lo único que hace es crear un segundo problema.
- Las cosas ante todo se hablan. No des por hecho que algo es malo o bueno, háblalo y respeta la decisión de tu pareja. Intentad poner un punto medio entre ambos y procurad entenderos, también en la cama, una mala relación sexual acaba siendo una mala relación personal.
- No te engañes, el sexo es muy importante en tu vida.
- No dejes que tu vida caiga en la rutina. Innova, cambia y pide cosas, hazlas por ti mismo, busca nuevas experiencias, ¡sorpréndele! Y ante cualquier problema: habla.
- La cocina, el recibidor, la ducha o el coche son tan buenos espacios para tener sexo como la cama, sólo tienes que poner de tu parte y abrirte a nuevas sensaciones.
- No esperes que sea siempre el otro el que haga algo, sé tu el primero en sorpender.
- La lencería, la luz, los olores, la comida y otras muchas cosas pueden ayudar muchísimo a tu relación y crear nuevas sensaciones.
- No seas tímido y cuéntale tus fantasías a tu pareja, explícale que quieres hacer y habladlo. Quizá no esté dispuesto a hacer al 100% lo que te gustaría, pero seguro que llegáis a un punto medio que puede ser realmente bueno.
- Recuerda que tu pareja es la mitad de la relación, y que si ambos no poneis todo vuestro empeño, no va a funcionar.
- La infidelidad no es darle un toque a la pareja, ni un cambio de aire... es un ejemplo claro de que algo no va bien. Cuando estás enamorado de una persona, lo último que te apetece es estar con otra, eso tenlo por seguro.
- TODO lo que hagas con tu pareja que ambos quérais está bien, está GENIAL.
- Disfruta, disfruta y disfruta. Puede que sólo sea un polvo, pero al menos que sea todo lo bueno que puede llegar a ser.
- No te quedes en hechos... usa también tus palabras, escríbele que sientes o que quieres hacerle. Dile cosas al oído, llámale, escríbele un mensaje... está en tus manos cómo quieres que sea tu relación. Puedes hacer lo que quieras, simplemente: HAZLO.

Ante todo... el sexo es para disfrutarlo, y últimamente hay tales preguntas, bromas o temas que no puedo reprimir decir según que cosas. Se cansa uno de tanto tópicazo machista. Ni nosotras somos unas frígidas, ni ellos unos machos que se pasan el día empalmados y pueden aguantar 50 polvos seguidos. Cada vez hay más cosas tabú, y mira que se supone que estamos en el siglo XXI y somos muy modernos. PUES NO, aún está todo basado en tabús, críticas y muchas otras cosas. Sabes la única manera de cambiar esta sociedad y poner los puntos sobre las i de todas estas cosas, es cambiar tu propio mundo y empezar a cambiar la sociedad en tu cabeza... las ondas tiene que empezarlas alguien.

Gracias por leerme. :)

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