sábado, 31 de julio de 2010

Estrellas.

Son soles, ¿no? Estrellas que alumbran otros planetas, otros sistemas... candentes y enormes, con gran luz, con mucho calor. Aparecen sólo de noche, a cientos, a miles... llenando ese cielo azul nuestro de puntitos luminosos que forman miles de constelaciones que conocemos o ignoramos. No importa dónde te encuentres o cómo te sientas, al caer la noche, estirada en cualquier lugar, dejas de pensar y te centras en algún minúsculo puntito en el cielo... buscas formas y te regodeas cuando encuentras alguna, aunque estés equivocado, da igual, en ese instante eres feliz.

Su luz quizá extinguida nos saca sonrisas e historias, da cobijo a parejas y a solitarios, ayuda a encontrar el norte, y también el sur de nuestra historia. Da pena cuando se esconden entre las nubes, y agrada cuando la luna está llena y como un foco ilumina nuestro rostro, y deja contemplar esas pequeñas lucecitas que la rodean, como acompañándola para que no esté sola.

Se para tu mundo cuando por una vez, tranquilamente, eres capaz de dejar lo que estás haciendo, eso tan importante que corre tanta prisa, para subir a algun lugar despejado y con poca luz, mirar al cielo y parar unos minutos. Entonces observas tantas lucecitas, tantas constelaciones... todo un mundo completamente distinto al que conoces en tus ojos, al alcance de tu mano si cuentas con imaginación... te vuelves minúsculo ante esa inmensidad, pero sonríes. Esas pequeñas luces parecen alumbrar tu camino y es ahí dónde muchas veces encuentras una respuesta, o empiezas una pregunta. Eso no importa, ese momento mágico nadie podrá quitártelo, nadie podrá borrar esa fugacidad en que te has sentido reconfortado y listo para cualquier cosa, cuando la inmensidad del cielo te abarca y te da fuerzas, paz, tranquilidad. Parece que ya nada tiene sentido más allá de la relajación y una sonrisa absurda en tus labios que podrá durar una eternidad si te lo propones.

La felicidad está en las pequeñas cosas, pero tienes que mirar más de una vez para poder encontrarla. No corras... párate y descubre, no sabes lo mucho que te queda por descubrir.

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