viernes, 31 de diciembre de 2010

Y si mañana te veo y te toco, dejo que me beses, que me acaricies, que me desees... ¿qué pasaría? ¿Qué sería de nosotros? Vivir la experiencia Dios sabe que me apetece, que llevo deseando esto casi desde antes de nacer, pero ¿y luego? Voy a ser yo la que luego sueñe por la noche con esa tarde, con ese beso... y seré yo la que tonta y sola, llore desconsolada porque no hay más, porque no puedes darme todo lo que yo quiero, porque lo quiero TODO, ¿entiendes? Quiero las tardes llenas de deseo, las caricias, los besos, las frases obscenas, las miradas, los mensajes subidos de tono, nuestras largas conversaciones a altas horas de la noche, las risas, las verdades, esa confianza... pero también quiero flores, pasión, amor del bueno, una fecha que celebrar, las comidas en familia, pasear por la calle, poder decirle a todos cuanto te quiero, las fotos en un álbum, las discusiones, las reconciliaciones, los bombones... Lo quiero TODO de ti y tanto tú como yo sabemos que no vas a dármelo, que no te la vas a jugar por mí... y aunque me muero de ganas por sentir tus labios en mi piel, puede que esta sea la última, que ya no haya nada más o que aprenda de una vez y sólo sea un juego, porque no quiero volver a soñar castillos y cuentos con un príncipe que sólo existe en el reflejo de mi espejo.

Como la vida misma

Las cosas pueden hacerse de muchas maneras, de miles de maneras, y según quien las haga o quien opine la perspectiva cambia mucho. Yo no soy perfecta, nunca lo fui, cualquier acercamiento a esa palabra dista mucho de mí misma, pero intento ser yo misma, ser quién soy de pies a cabeza y me da la sensación de que cuando más lo consigo es cuando menos soy capaz de congeniar con mi madre y algunas de las personas que más quiero. Entiendo, como todos, que hay muchas maneras de ver la vida y que de cada palabra hay mil interpretaciones, al igual que de hechos o miradas, pero en lugar de juzgar o malpensar, ¿tanto cuesta preguntar? ¿Hablar? Es muy fácil opinar sobre todo sin dar posibilidad al otro para explicarse o responder, demasiado fácil. Yo jamás oculté mi personalidad, jamás negué lo que soy y lo que pienso, sé que no todo puede gustarle a todo el mundo, que tengo miles o millones de defectos y que puedo ser incluso cargante, pesada o muchas otras cosas, pero soy así, tal cual, y quienes me conocen lo saben. Saben lo blanco y lo negro, al igual que yo conozco sus límites y lagunas, ellos conocen los míos, pero esa es la amistad y el cariño real, aquel en el que a pesar de conocer tanto lo bueno como lo malo, la balanza está equilibrada y lo que recibes es mucho mejor de lo que pueda molestarte, ¿o no? Al menos yo siempre pensé eso, pero últimamente no lo tengo claro. Ahora parece que rechistarle a los demás lo que molesta de la peor manera, así como opinar de todo cuanto se hace o se es sin medir mínimamente las palabras es ser amigo. Resulta que podemos pedir a todos cuanto nos plazca sin dar. Resulta que querer no es ayudar, comprender, disfrutar y conocer a la persona, sino eludir problemas, contestar lo que se quiere escuchar en lugar de la verdad o lo que necesita oír y por encima de todo, poner buena cara y hacer reír. ¡No! Yo no seré perfecta pero soy real. Puede que moleste mi manera de ser, puede que a veces la cague, que me equivoque, que no sepa opinar, que mienta, que sea irresponsable, tardona... pero les quiero como son, los acepto así, con todas sus cosas, y les doy todo lo que tengo a cambio de su amistad, que para mí no tiene precio, nada vale más que eso. ¿Y eso es malo, es perjudicial? ¿Acaso no es eso lo que realmente todos buscamos? A veces creo que nací con alguna tara o algo así porque hay cosas de la vida que cada día entiendo menos.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Camila - Mientes

r e c u e r d o s '

No importa si es una canción, una película, una familia por la calle o un comentario, siempre pasa igual, siempre acabo llorando, acordándome de tantas cosa y preguntándome por qué. Siempre. Hace ya más de un año que se fue, que no está en casa, pero no me importa, sigo igual que hace meses, muchos meses, intentando comprender por qué me tocó a mí, ¿qué hice mal? Sé que no hay respuesta para eso, que simplemente me tocó y que no va a cambiar nada buscar culpables o autocompadecerme, lo sé, pero no puedo evitar romper a llorar cuando suceden cosas como éstas. Yo también desearía tener esa sonrisa en la cara, conseguir esa confianza, reír hasta que me duela la tripa, pedir consejo, oír un te quiero sincero o pensar en él con verdadera gratitud, con cariño, con dulzura y amor, pero no es así. Yo no es que no tenga padre, lo malo es que está ahí pero no es un padre, y eso no soy capaz de superarlo. Oigo mi canción, mi querida "mientes" y no soy capaz de aguantar tres palabras sin romper a llorar, y veo esa película y oigo la frases y se me vuelve a apretar el estómago, vuelven a mí los fantasmas de siempre y duele en el alma, pero es así, no se puede remediar. Yo también querría ese papá de cuento, soñado, que cuida de ti y te mima, está ahí siempre... pero no lo tengo, y nunca lo tendré. Debería bastarme con mis amigos, mi vida, mi increíble madre y mi espléndida familia, pero no me basta, nadie llena ese vacío que tengo ahí, nadie consigue quitarme esas lágrimas, no consigo llenarme y eso me frustra aun más. No querría darle esa importancia, porque no se la merece, pero parece que no tengo remedio, sigo esperando a que todo sea un sueño y me levante teniendo lo único que siempre he deseado de todo corazón: el padre que jamás me tocó. Daría muchas cosas por conseguir llenar ese vacío, pero todos sabemos que eso, no es posible.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Jencarlos Canela 'Amor Quedate'



Mataría porque alguien sintiera algo parecido por mí...

Lola - Masoquismo

él

¿Qué se hace cuando el amor de tu vida te dice todo aquello que siempre quisiste oír y tú, en lugar de sentir mariposas en el estómago y una enorme alegría, te sientes al borde de un precipicio y te ahoga hasta el aire? ¿Qué hago? Por un lado claro que me alegra, quiero correr de alegría, besarle, dejarme querer... pero por otro, no lo tengo nada claro. Ahora ya nada es como antes, mi vida es diferente, ambos somos diferentes... no sé qué voy a sentir estando con él a solas, ni si quiero que sea esa persona única en mi vida. Sus palabras ya no són suficientes y lo sé, el hablar es importante pero no lo único y en este momento me siento perdida, confundida. ¿Qué hago? Una parte de mi cabeza me dice que me lance a la piscina, que juegue por una vez y que sobre la marcha vea qué pasa, cómo pueden ir las cosas, que no me rinda antes de empezar, aunque no sea un cuento de hadas puede que sea bueno para mí. Pero otra parte, no quiere seguir con esto, no quiere volver a lo de siempre, demasiado ha durado ya. Quiere pasar página de una vez y mirar hacia otro lado, conocer a otras personas y enamorarme de nuevo, aunque cueste, aunque sea doloroso, pero el tiempo de estar con él pasó. Igualmente, mi corazón no sabe que hacer, cuando hablo con él me siento feliz, tranquila, pero luego al pensar, nada me cuadra, nada tiene sentido y soy demasiado lógica como para que eso me encaje. ¡Por dios! Desearía ser menos complicada, ser menos yo... sea como fuere, no puedo mentir, de algún modo aún le quiero como nunca quise a nadie, quizá debería darle una oportunidad, darnos una oportunidad. No lo sé, necesito tiempo.

lunes, 20 de diciembre de 2010

El cruce de miradas rompió mi mundo. Esos ojos miraron mucho más adentro de lo que yo hubiera querido, tan adentro que me asusté. Sabía que él tendría muchas preguntas, muchísimas y me daban miedo las respuestas. Por un lado sabía que debía decirlas, que debía contestarlas, eso me haría bien, me reconfortaría contarle mi verdadero yo, mi verdadera historia. Por otro, en cambio, me daba un miedo atroz, abrirme así a alguien era apostar demasiado, si la jugada iba mal me arriesgaba a quedar totalmente expuesta y a llorar, de nuevo. Él igualmente insistía, con esa mirada dulce y cálida, con besos en mis mejillas, abrazos y mucha ternura. Me ablandaba, me cuidaba como nunca antes me había cuidado y no pude resistirlo, lloré, lloré como hacía mucho tiempo que no lloraba. Él preguntó: "¿Qué ocurre mi vida?" Y no hizo falta nada más, no pude esperar más, me lancé a la piscina sin saber si había agua y respondí todo aquello que quiso saber sobre mí, absolutamente todo. Tenía miedo, ya no sólo porque era la primera vez que me sinceraba de esa manera, sino por el hecho de que alguna de aquellas confesiones le hiciera replantearse nuestra relación, pero no pasó nada de eso. Él me dejó hablar tranquilamente, dándome un beso en la frente de vez en cuando o acariciando mi hombro, para relajarme. Y sólo cuando acabé, con todas mis mejillas mojadas por las lágrimas, el habló. No importan las palabras, no recuerdo exactamente cuáles fueron, sólo sé que nunca jamás me sentí tan bien, sólo sé que me hizo sentir la mujer más afortunada del planeta y me abrazó con mucho cariño, diciéndome al oído "Yo no soy tu padre, ni cualquier otro, soy yo y lo haré lo mejor que pueda, jamás te haré daño, te quiero, eres lo mejor que me ha pasado en la vida". Y no hizo falta nada más, absolutamente nada, ¿qué mas podía pedir? Me quería, a mí, yo por una vez era lo más importante, la única, nada podría ir mejor.

Sigo esperándole, pero no vendrá

La vida me ha dado muchas cosas, muchísimas cosas. Tengo un corazón que late y que me permite seguir viva cada día, una mente que me permite hablar, conocer, pensar y aprender mil cosas, unos ojos que ven y observan, que miran, una nariz que puede oler las mil maravillas que hay a mi alrededor, una boca que puede articular palabra y saborear el mundo, una piel que me permite sentir, piernas para andar, manos para tocar y coger cosas. La vida a parte de un cuerpo y una mente, también me ha dado un hogar, una educación, una gran familia, amigos, amores, recuerdos, canciones, gustos... y me dio un padre, una persona que en un momento dado decidió que quería tener un hijo. Ya entrado en años, aceptó la paternidad por tercera vez en un núcleo familiar perfecto, con una mujer encantadora y una vida plena. Yo nací sana y espabilada, nunca di problemas en casa ni en el colegio. Buenas notas, educada, tranquila y buena niña. No llegué tarde, no hice travesuras, no elegí caminos equivocados e intenté hacerle sentir orgullosa. Igualmente, nada fue suficiente, nunca fui suficiente. Decir que la vida me ha arrebatado a un padre o que no me lo ha dado, sería mentir, la vida, el destino o la suerte no tienen la culpa. Mi padre no ha muerto, tampoco es que me abandonara cuando yo era pequeña o que mi madre no supiera quién es, lo único que ocurre es que él solito en 18 años ha decidido romper día a día mi vida y hacerme sentir la horrorosa sensación de que "yo no tengo padre". Pero lo tengo, está ahí, una persona que me concibió y que a ratos, fue mi padre, cada vez menos, cada vez peor, hasta que se hundió por su propio peso y partió mi vida. Gracias. Sólo me queda decir: gracias. Gracias por no quererme como me merezco, por no estar ahí cuando te necesitaba, por no cuidarme como padre que eres. Gracias por humillarme, por hacerme daño en tantas ocasiones, por hundirme, por destrozar a mi madre. Gracias por hacerme sentir insegura, gracias por inculcarme que no valgo una mierda y que nadie va a quererme, sabes, con el tiempo me es más facil creerme eso que la verdad. Gracias por no escucharme, por no conocerme, por no prestarme atención. Gracias por no darme una infancia normal, por no creer en mí, por no sentirte orgulloso de la persona que soy. Gracias por hacerme sentir culpable de tus errores y tus problemas. Gracias por no entender que mi madre y yo de nada eramos culpables, por no poner nunca ni un poquito de tu parte. Gracias por creerte perfecto y no mirar más allá de tu propia nariz. Gracias por decirme lo insoportable que soy, lo inútil y absurda, egoísta, incapaz y gorda, me ha quedado claro. Nadie va a quererme, ¿verdad? Nadie va a soportarme en el mundo real, nadie va a hacer nunca nada por mí, nadie va a estar ahí, voy a estar siempre sola, absolutamente sola, porque soy mala y me lo merezco. Porque, ¿recuerdas? Debería morirme porque no me merezco ni el aire que respiro, ¿verdad? Sólo me queda decirte que gracias, gracias de verdad por darme esta vida, por demostrarme tanto amor y cuidarme tanto, gracias por hacerme desgraciada, por joderme la vida, por hundirme una vez más. No puedo ni decir TE ODIO, porque mentiría, porque sabes, sigo siendo tan gilipollas como siempre, y sigo preguntándome que hice mal para merecer esto, sigo esperando que mi padre, aquel que con dos años me cogía en brazos y me daba arrumacos aparezca de la nada y borre todo el dolor. Sigo esperando ese padre que veo cada día por las calles, en las películas, en los anuncios... ese padre que yo nunca tuve y siempre quise, ese que nunca tendré. ¿Por qué?

agarrarse a un clavo ardiendo

Mi problema en estos últimos años es que no soy capaz de mirar hacia adelante, de dejar atrás historias y problemas. Mi vida ha ido cambiando con el paso de los días, pero sigo arrastrando lastres, los mismos lastres. No sé si consciente o insconscientemente, pero siento que hay cosas que retengo sin querer, que no consigo dejar ir aunque es lo único que debería hacer. Él es uno de ellos, él y todas las historias o recuerdos que tengo con él, deberían empezar a formar parte de mi pasado, sólo de mi pasado. No lo debería tener en el presente y mucho menos en el futuro, pero no consigo pasar página, no consigo mirar adelante sin reparar en lo que dejo tras de mí. Por un lado sé perfectamente por qué pasa esto, soy totalmente consciente de qué estoy haciendo. Él es la única persona, el único chico que ha mostrado algún interés en mí en años, el único chico que realmente me ha hecho sentir algo, que me hacía sentir deseada y lo peor es que lo sigue haciendo, sigue siendo el único que me habla de esa manera, que me pide esas cosas... y caigo una y otra vez, sin parar, deseando más, esperando que algo cambie, que algo tenga sentido. En esos momentos olvido los malos momentos, las mil lágrimas, los juegos o lo mucho que me ha dañado. Olvido que tiene novia, que no me quiere como merezco, que no se la jugará por mí. Olvido que nunca ha tenido agallas para estar a mi lado, olvido que no me conviene, que no tenemos tanto en común, que sólo sería una noche, que no me cuidará como yo quiero, que no estará ahí al despertar, abrazándome. Sería algo parecido a "A falta de pan, buenas son tortas", pero eso no funciona en el amor, no funciona nunca. No puedo seguir con esta farsa porque es el único chico que recuerda que soy una chica. No puedo dejarme caer de nuevo, no con él. Me quiere, sé que me quiere, a su manera, pero eso no es suficiente. ¿Qué pasará cuando quieras salir por ahí, cuando quieras un beso o un abrazo? ¿Qué pasará cuando quieras quedar con los amigos o llevarlo con la familia? Él nunca estará, jamás. Siempre a solas, siempre en la intimidad. Nunca te reconocerá como algo importante, no delante de los demás, nunca enfrente de sus amigos o su familia. ¿Y entonces, qué haras? Llorarás desesperadamente como siempre, hundida porque has vuelto a confiar y te han vuelto a herir, una vez más, porque será así, nada va a cambiar. ¿Y qué me dices sobre sus hábitos, su futuro, su vida? Sois distintos, muy distintos, y no puede ocupar ese vacío que tu tienes, no puede llenarte como quieres por mucho que te seduzca. Y lo sabes. Aunque igualmente sabes que sigues con este jueguecito porque es el único que sabe alegrarte en días oscuros, que te conoce y te escucha, y que te da esperanza saber que alguien como él querría estar con alguien como tú. Neus, por favor, no te dañes más, no te engañes más. No puede ser, vuestro tiempo pasó y tienes que seguir adelante, llegará, seguro que llegará. Tu corazón late desesperado porque llegue y de alguna manera lo hará, lo encontraremos, te lo prometo.

domingo, 19 de diciembre de 2010

en esta noche no estás

Despierta, quizá ya un poco dormida, estirada en mi cama, tapada, hace frío. Te recuerdo, te añoro y recuerdo tus sonrisas, las miradas, los momentos... la cama está fría, sola, es tan grande sin ti, parece que nunca se acaba, que no se calienta, que no me quiere en ella. Me siento sola, ausente, triste, no estás conmigo, no me abrazas y me susurras que me quieres. Te extraño, extraño tu cuerpo y tus manos, tus caricias, tus palabras. No se oye nada, ni el viento, sólo hace frío, mucho frío. Intento dormir pero no puedo, me faltas, de verdad te espero.
Suenan las tres menos cuarto en la lejanía, las campanas de la iglesia aún repican, puedo oírlo. Recuerdo cuando decías que habías perdido el oído, que no oías ninguna campana, reías diciendo que mis gemidos te impedían oír nada más, otras veces en cambio eran los latidos de mi corazón lo que te lo impedía. Siempre reíamos, siempre.
Oigo unos pasos, la puerta se cierra, las llaves, dejas las cosas y te acercas a la cama. Me hago la dormida, me encanta hacerlo, y tú sabes que estoy despierta pero disimulas. Dejas las cosas, te desnudas y te acuestas a mi lado, si nada, puedo notar tu piel detrás de mí, puedo sentir tu aliento en mi pelo, en mi nuca, estoy ansiosa, ardiente, desesperada. Mi alma grita: ¡tócame! Pero mis labios están sellados, esperándote. Tu mano acaricia mi hombro, baja lentamente por mi brazo, abajo, abajo, hasta llegar a mi vientre, en dónde sin más dilación baja por mi ombligo y llega a dónde quiere llegar, estremeciéndome. Hago ademán de girarme pero no me dejas, te pegas a mí, juntando mi espalda con tu pecho y me abrazas dulcemente, sin alejar tu mano de mí. Con la mano derecha agarras mi pecho derecho y acaricias mi piel, susurras mi nombre en mi oído y besas mi cuello, intensificando tus caricias, mi temperatura cada vez es más alta, mi cuerpo cada vez se tensa más. Te deseo tanto. Entonces aceleras el ritmo, tus dedos me están martirizando, al igual que tu lengua en mi cuello, sabes que es mi punto débil, me estás matando, pero no paras, no paras hasta que completamente absorta empiezo a gemir y respiro con dificultad, agarrándome a las sábanas y gritando tu nombre, como si todo fuera a estallar. Entonces sonríes y me dices te quiero, susurrando, dejando caer las letras. Me giro a besarte y entonces despierto, y no estás, la cama sigue vacía, fría, sola... y me dan ganas de llorar, pero la puerta se abre y eres tú. Confundido me miras, mientras lágrimas caen por mis mejillas y te acercas preocupado a abrazarme, sin saber qué decir. Preguntas qué ocurre. Tengo el corazón acelerado, estoy ardiendo y parezco triste. Yo sonrío, beso tus labios, "no importa -contesto- ya nada importa, estás aquí". Pero no te conformas, quieres saber que ocurre, así que te digo: "Soñaba contigo, soñaba que me acariabas, que besabas mi cuello, que estremecías mi cuerpo, estaba en la gloria hasta que desperté y me encontré sola en esta cama vacía, fría, enorme. Te deseo tanto, te he echado tanto de menos...". Entonces sonríes, en parte como satisfecho como orgulloso, y en parte dulce y cariñoso, y me abrazas, me besas y empiezas a desvestirnos, poco a poco, y cuando aún no han empezado las caricias, acaricias mi pelo, besas mi frente y mirándome a los ojos susurras: "esto no es un sueño, soy yo, y voy a hacerte tocar el cielo". Sabes una cosa, me da igual tocar el cielo, la tierra o el infierno, si es contigo, si son tus manos, puedes hacerme lo que quieras, absolutamente lo que quieras.

Deseo

Y fue fugaz, rápido, no hizo falta mucho más que una mirada para que ardiera de deseo. Una ojeada de nuevo y su sonrisa fue demasiado. Aire, necesitaba aire, respirar, pensar en otra cosa, en cualquier otra cosa. Dejar el bolso, mirar el móvil, coger la cámara, quitarse la chaqueta... y volver a entrar, volver a verle. Cosas del destino mi lugar estaba enfrente, sentada delante de él, a unos dos metros, él apenas reparaba en mí, como siempre, mejor quizás, pero yo si reparé en él, y mucho. Miré a todos los presentes, analizándolos por encima, intentando recordar sus caras y sus nombres, pero él... me daba igual su nombre, su edad o su manera de ser, aquello era demasiado, demasiado fuerte para tener sentido. No fue su físico, o quizá eso fue sólo el principio, no puede decirse que no fuera interesante, agradable a la vista, en definitiva, atractivo, pero no era eso. Era su carácter, su manera de mover las manos, de sonreír, los ojos, la mirada, la voz... era todo, cada cosa ponía un grano de arroz más en la pila y estaba por derramarse. Descubrir su edad no hizo más que aumentar mi interés, las comparaciones empezaron, y el deseo de seguir mirando, seguir preguntando, seguir mirándolo. Su manera de caminar, cómo quedaban sus tejanos, como fumaba, como reía. Todo. Absolutamente todo. Me fijé en sus ojos, un poco ambarinos, como los míos, sólo a la luz. Su incipiente manera de reír, su voz segura y tranquila y su carácter quizá fuerte, quizá seguro, como escondiéndose de algo, como un poco fachada de algo más que no ha de verse, no ha de notarse. No era un niño, eso seguro. Daba igual su edad, era un hombre, todo un hombre. Como diría yo en cualquier momento, ¡qué hombre! Realmente sí, lo era. Luego empezaron las sonrisas, las pequeñas conversaciones que quería alargar sin sentido, alguna mirada furtiva, las canciones, los bailoteos, la necesidad de sentirle cerca... pero todo era en vano, era como ser transparente y yo lo sabía. No tenía ninguna esperanza de ser visible para él, al contrario, sabía perfectamente que ni siquiera se daba cuenta de mi presencia, de que era equiparable a una mesa o un florero, pero me daba igual. No podía dejar de mirarle o pensar en cómo humedecía sus labios, como sonreía o como hablaba. La noche terminó, todo se desvanecía, y el mundo habría seguido girando como siempre si no fuera porque al despedirse, sus labios rozaron con suavidad y dulzura mi piel, porque al despedirse él, como todos, dio dos besos y pude sentir su calidez, su piel suave. Dos besos que no fueron fugaces o de mala gana, que no fueron por compromiso con rapidez o sin pensar, fueron dos besos. Rozó con su mano mi pelo y esos dos besos fueron como un final feliz de cuento que me hizo sonreír. Cuando no puedes tocar un ángel con tus manos porque te queda muy lejos, el encontrar una pluma de sus alas ya te hace feliz, al fin y al cabo es lo único a lo que puedes aspirar.

Si pudiera ser así

Cada segundo del día crea consecuencias, cada paso puede tomar dos rumbos diferentes y la elección de cada paso cambia nuestras vidas. El simple hecho de cruzar o no cruzar en rojo puede suponer el perder o coger un tren, en dónde esté el amor de tu vida, un ladrón, una bomba, el amigo que hace 13 años que no ves o los ojos de una persona desconocida que te llevarán a una pregunta, y ésta respuesta traerá otro futuro. Nada es lo que parece pero todo es lo que es, no a nuestros ojos, pero si conforme a nuestras acciones. Soy una persona sumamente complicada, difícil, igual me hundo que me levanto en menos de un día. Quizá deprimida, quizá enérgica, puede que a las dos quiera ir a bailar y a las tres no quiera moverme del sofá en ocho años. Igualmente todo, absolutamente todo, nos afecta.
Siempre que salgo, con amigos, conocidos, familia... pasan cosas, se explican cosas, se escuchan frases, conoces gente, cruzas miradas, sonrisas... y mi pequeña cabecita empieza a pensar y a pensar, y después comparo, defino y finalmente llegan conclusiones o preguntas, con o sin respuesta, pero que llevan a otros pensamientos. En estos días sólo pude pensar en mí misma, en lo que soy como persona, y en lo que represento físicamente. Sé y siento que mucha gente no ve más allá de mis kg, que muchos chicos seguramente no miran más allá de mi cuerpo, nadie se para a mirar mi sonrisa, mis ojos o mi manera de bailar, el sonido de mi voz, como me río o si soy simpática o divertida, no. Siempre se quedan ahí, en el umbral, no ven nada más que la puerta, el resto de la casa sigue vacía, cerrada, sola. Intento sonreír y hacer como que no importa, que no pasa nada, que aquel que no pasa del umbral es porque no vale la pena, que ya llegará alguien que sepa ver lo que valgo, pero entonces empiezo a caer. Me da mucho miedo que nadie cruce nunca ese umbral, me da miedo que no crean que valga la pena abrir la puerta y mirar más allá de mis kg o defectos. Me da miedo esperar en vano, hasta siempre, quedarme sola y triste llorando en silencio, que nadie vea que soy algo más que un físico imperfecto, que aún así quizá puedo competir con otras más favorecidas porque tengo mucho que dar, tengo mucho que ofrecer. Soy mujer, y aunque a veces me siento como una niña, ansío tanto sentirme una mujer, como entonces, como esas veces cuando el deseo recorría mi piel y no quería que sus manos dejaran mi cuerpo nunca. Sentirse deseada, que te falte el aire, enrojecer, que tu cuerpo arda, cada vez más caliente, anhelar sus labios y su piel, sus palabras... y también sentirme querida, comprendida, valorada. Que alguien me cuide alguna vez, ser lo más importante realmente para alguien una vez en la vida, que no se avergüencen de mí, que yo sea suficiente. Y quieres creer que pasará más de una vez, que aún no siendo un canón de belleza, ellos valorarán tus curvas, tus sonrisas, tu sinceridad, tu cariño y tantas otras cosas, quieres creer que se la jugarán por ti y que vivirás esa historia de amor y sexo que siempre quisiste, pero tantas veces piensas en que aspiras demasiado alto, en que en cuanto creas encontrar caerás en picado estampándote contra el suelo. Las miras ellas y piensas, ¿con chicas así quién iba a querer a alguien como yo? Y te entran ganas de llorar, y a veces lo haces, lloras y te compadeces, pero eso no cambia nada, no te sientes mejor, ni peor, sólo tienes miedo. Sólo buscas algo en lo que apoyarte para no caer, para seguir e intentas no pensar en ello, aunque en el fondo es lo que más ronda tu mente a lo largo del día, pero antes harías mil cosas que reconocerlo, ¿a que sí?

sábado, 18 de diciembre de 2010

Diciembre'2010

Las cosas cambian, aunque parezca mentira. No sólo mi alrededor o los amigos, o la familia, también mi manera de pensar, de ver la vida, de tomarme las cosas... todo evoluciona y ésta vez parece que para bien, a mejor, por primera vez. Hay tantas cosas que decir y que vivir, personas nuevas que conocer con las que compartir mil situaciones, pensamientos y sentimientos que empiezan a surgir dejando atrás otras cosas, situaciones que no volverán a suceder y otras que por primera vez viviré... Hace tanto que no escribo, que es como si sintiera que mis palabras están medio vacías, medio apagadas... aún despertándose de un letargo que durará unos días, porque tengo tanto que decir, tanto que he callado en estas semanas y fluye dentro de mi, tiene que salir, lo necesito... estas Navidades van a ser especiales, lo sé, esperemos que todo siga así, que poco a poco las cosas vayan saliendo, al fin y al cabo sólo pido ser feliz :)

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