sábado, 8 de septiembre de 2012

Hablando de cocina...

Como ya sabéis, soy una cocinillas de 1ª clase y me encanta estar entre fogones, no llevo demasiado bien que me quiten el sitio -es como si me estuvieran atacando jajaja- así que normalmente mis amigos o familiares, cuando están en mi casa, o hay alguna fiesta o algo me dejan la cocina a mí. Si me apartan de ella es como si me entrara un ataque de ansiedad, pero nada, lo soporto mejor últimamente.

Esto simplemente lo digo porque con los novios pues me pasa igual. En una pareja es muy romántico que él cocine y estas cosas, pero yo prefiero que me haga un masaje o que me prepare una sorpresa en plan fin de semana o una ducha divertida, a que me haga una cena o así. ¡La parte referente a la comida es mía!! Sí, lo sé, no estoy bien del todo jajaja pero bueno, aunque soy un poco reticente con estos temas, la verdad es que a veces uno no puede resistirse.

                                         hombres en cocina
Porque, a ver, si te parece tu novio en esta guisa en medio de la cocina y te dice: "Cariño, he preparado una ensalada para compartir". A ver... enfadarme, lo que se dice enfadarme, pues como que no me voy a enfadar. Ahora bien, es muy posible que tampoco le haga ni puñetero caso a lo que ha preparado, todo sea dicho, porque vamos... si te fijas en la comida antes que en el resto, yo si fuera el novio me preocuparía.

                                         

Segunda posibilidad: abres la puerta de la cocina y te lo encuentras con la sartén, haciendo un platito de pasta o una paella, con ese delantal y esa sonrisa. ¿Qué vas a hacer? ¿Reñirle? Si es que lo único que te apetece es arrancarle el delantal... ¿o no? Vamos, no me seas mentirosas que nos conocemos. En serio... hay momentos en la vida en que da igual lo que se supone que hay que hacer o lo que pensabas qué harías, yo tengo muy claro que acabaría haciendo en esta situación. Y no es poner a explicarle a mi novio como se flamea algo o cómo se hace para que quede crujiente el sofrito.

                                                           

Y tercero. Si su señoría te sorprende así, mientras remueve con unas barillas lo que podría ser perfectamente la masa de un bizcocho. Sinceramente... ¿alguien está pensando en respostería ahora mismo? Como no sea en el chocolate que se le podría echar por encima para comérselo a bocados, no se yo en qué cabeza cabe que te pase por la cabeza la comida teniendo semejante visión encima. Pues eso... ¿Qué se debe hacer en estos casos? Dejar sutilmente el bizcocho para luego, y darle un mejor uso a esas manos...

Sinceramente... sólo os quería traer una entrada graciosa, sobre mi aprensión a dejar que los hombres invadan mi espacio personal en la cocina, y como cualquiera de ellos podría infringirlo sin resultar herido grave. A veces hay que tomarse la vida con alegría, y la verdad, no mintamos... a cualquiera nos encantaría encontrarnos una situación así.

Gracias por leerme!

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