martes, 29 de marzo de 2016

Ojalá pudiera

No puedo dejar de llorar, y ahora me cuesta respirar. Estoy hiperventilando y por más que intento relajarme no lo consigo. Tengo la cara llena de lágrimas, la nariz congestionada, los labios mojados, las mejillas rojas... y soy incapaz de respirar bien. No puedo. No lo logro. Hacía mucho que no lloraba así. Quizá toda esa "felicidad" y apatía acumulada ahora provocan esta especie de brote de ansiedad que me provoca tener el cuerpo en completa alerta y que las lágrimas no dejen de salir. Me escuecen los ojos y me pica la piel de los mofletes. Intento respirar hondo, cierro los ojos, inspiro. Cojo aire despacio y me seco las lágrimas. Respiro hondo, me sueno, me limpio la cara y abro de nuevo los ojos mirando el teclado, mientras escribo.
¿Qué pasa? ¿Qué ha provocado todo esto? ¿Por qué ahora? Supongo que pese a que el tiempo pase, siempre seguiré siendo yo. Tan insegura que a veces hasta me avergüenzo. El problema ha sido que estaba leyendo un libro, una historia juvenil, dónde hay una pareja que llevan juntos muchos años y ella es como "una chica mona y buena que no merece que le hagan daño", pero él, termina enamorándose de otra. No la deja, no lo hace porque "no lo merece" pero no porque realmente la siga queriendo, algo que nunca he comprendido y que no comparto. Y en medio de esa especie de rabia y emoción por eol momento, me sentí ella. En ese preciso instante en que soy incapaz de desconectar con el libro que leo y termino metiéndome en su piel, he sentido que yo nunca seré la nueva enamorada, sino que me tocaría ser la "pobre que no merece que la hagan sufrir". Me he sentido como Maggie, pequeña y blanda, querida porque no merezco dolor, querida porque "no queda de otra", querida por costumbre, y no he podido más.
Se me vuelven a llenar los ojos de lágrimas, y me odio por esto. ¿Por qué tengo que seguir pensando toda esta mierda? ¿Por qué? Me merezco más que eso, valgo más que eso. Aunque una parte de mí creo que todavía no lo cree, que no lo siente. Sigo viendo a Sergio hablándome de lo "maravillosa que soy y todo lo que merezco" mientras se iba de mi vida, y sólo puedo verme gritando por qué. Ni siquiera le pregunté, le dejé marchar y todavía duele. Duele porque sigo sin entender cómo puedes decirle a alguien que lo amas y abandonarlo sin más, tajante, como si no importara. Si no me quería por qué me hizo esto, no lo entiendo. Y si lo hacía, ¿cómo pudo dejarme así? Ni siquiera contestó ni un sólo mensaje, ni dijo que estaba bien. Nada. No importé. Nunca importa. Nunca importo. Te pasas la vida escuchando, cuidando, mimando y siendo detallista con los demás, queriéndoles, y de repente un día deciden que ya no haces falta en su vida y se van. ¿Y yo qué? ¿Quién me cuida a mí? ¿A quién llamo yo cuando mi corazón se rompe y me siento caer? En momentos así me siento muy sola. Sé que no lo estoy y no sería justo juzgar a todos por unos pocos, pero me odio cuando estoy así y de alguna manera soy incapaz de remediarlo. Es como si me encerrara en una nube negra de mi propia inseguridad, todos mis miedos rodeándome, sin autoestima, sin ser capaz de mirar más allá de toda esta mierda. Me odio. Odio ser así, pero duele igual, lloro igual. Siento ese pánico de la misma manera, y me veo tan pequeña e insignificante.
Es duro aún, todavía escuece. Mentiría si dijera que la mitad de heridas están curadas, sería tan hipócrita y falsa. Me cuesta la vida huir de esto. La mayoría de días no sé ser positiva. Tantas veces me escondo en el humor y en hacer sonreír a los demás para esconder mis propias mierdas. Si ellos son felices, si les hago sonreír, si me hacen caso... el vacío parece más pequeño, pero sigue ahí, reconcomiéndome. Ese monstruo sale cuando menos te lo esperas para recordarme que no soy nadie, que no soy nada y que al final... se van a ir. ¿Quién va a querer quedarse contigo? Aún oigo su voz, tan clara que parece acompañarme a dónde quiera que voy. Y no me lo merezco. Soy una buena persona, intento serlo cada maldito día de mi vida y no me merezco esto. Me gustaría ser normal. Ojalá pudiera. Ni fantasmas, ni voces, ni miedos, ni heridas... sólo una chica de 24 años normal, que es capaz de leer un maldito libro o ver una maldita película sin que termine en un ataque de ansiedad llorando hasta quedarse sin lágrimas. A veces tengo miedo de estar demasiado rota. Pero cuando respiro hondo, me seco las lágrimas y lo proceso todo, sé que si toda esta mierda no ha podido ya conmigo, nada podrá.

No hay comentarios:

SOBRE EL CONTENIDO

No se permite la reproducción total o parcial y en ningún soporte y para fines comerciales, de ninguno de los textos de esta página, sin que medie la autorización del autor. Los textos de esta página son para uso personal de su autor, y en caso de que terceros los utilizaran total o parcialmente en cualquier publicación venal (bien virtual o por cualquier otro medio presente o futuro) se citará siempre la autoría y la fuente original, creando si fuere posible, un vínculo a la misma.Todo el contenido literario de este blog, salvo indicación expresa que se haga, es propiedad de Neus Cámara Gutiérrez.2009.