lunes, 29 de noviembre de 2010

Desde pequeñita siempre soñé con una vida perfecta en un mundo perfecto, conocer a un príncipe de cuento y vivir felices para siempre. Pero la vida no es así, nunca fue de color de rosa y con los años vas dándote cuenta de las cosas, de todas las cosas.
Al principio sólo eran cosas pequeñas, absurdas, enfados sin sentido que se pasaban con los minutos y que arreglaba con una disculpa y un caramelo. Con los años las disculpas desaparecieron, pero los regalos o el dinero siguió ahí. Era su manera de hacer cómo que no había pasado nada, pero pasaba. No importaba qué hicieras o qué dijeras, nada era de su gusto, nada estaba bien, nadie era bueno, ni siquiera yo. Con los años traté de hacerme entender, de entenderle también a él, de mejorar las cosas, de arreglarlo... pero no pasó, nunca sucedió, las cosas sólo empeoraban y cada vez era peor, mucho peor. Ya no eran cosas pasajeras, era diario, a veces dos veces en el mismo día y todo. No importaba si eran días laborables, fines de semana, Navidad o vacaciones. Ya daba igual si estábamos solos, en casa, fuera o con gente, ¡qué mas da! Era humillante, no sé cuánta vergüenza llegué a pasar por su culpa, ni cuantas frases y palabras me tragué para no herirle, cuando él ha sido la persona que más daño me ha hecho en el mundo. Ya nada era posible, nada tenía sentido, estar en casa era un suplicio. Igualmente el instituto no era mejor y los amigos no veían más allá de mi burbuja y la soledad me invadía, poco a poco, tragándome hacia ella, con la rabia y el odio contenido. Gracias a dios con los años aprendí a ser fuerte, aprendi a soportar lo que jamás debería aguantar un ser humano, era eso o caer, o morir, y no quería darle esa satisfacción. Poco a poco forjé un carácter a base de golpes, a base de lágrimas y mucho dolor, no podría conmigo. El odio y la rabia pudieron conmigo, me ayudaron a subsistir y cuando acabé por entender, por ver lo que sucedía, sentí como si un gran vacío me invadiera, seguido de un dolor demasiado profundo para ser soportado, un dolor demasiado jodido como para que las lágrimas lo aliviasen. Y así, poco a poco, día tras día, arrastré ese sentimiento hasta que él decidió irse, dejarnos. Pensé que todo había acabado, que con ganas y ayuda de los que me quieren, conseguiría tirar adelante, feliz, aceptar y olvidar. Pero no, NO. Sigue aquí, más fuerte que nunca, siguiéndome en mis sueños, en las calles, en las conversaciones, en la televisión... y por si fuera poco, me llama, me envía emails y quiere verme, recordarme lo mala que es mi madre, lo mala que soy yo y que la UNICA VICTIMA es él. Ya no puedo más, por favor, que alguien pare esto, necesito ayuda, un milagro, lo que sea, pero que alguien ponga fin a esto de una vez, POR DIOS. ¿Qué hice para merecerme esta vida? ¿QUÉ HICE? ¿POR QUÉ? Que alguien me diga por qué... sólo quise tener un padre, un PADRE, porque tuvisteis que negarme también eso, ¿por qué?

No le deseo a nadie todo esto... me está destrozando, no sé qué voy a hacer.

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