sábado, 5 de noviembre de 2011

Recuérdame

Nuestras huellas dactilares no se borran de las vidas que tocamos.

En cualquier otro momento de mi vida lo tomaría como algo romántico, como algo realmente bonito y representativo de mi vida, de todas las personas que han hecho grandes cosas por mí, de todas las sonrisas y alegrías que me han dado. Hoy no. Hoy sólo puedo pensar que me encantaría borrar todo exactamente todo lo que tiene que ver con él, incluso los buenos recuerdos -aunque son pocos- porque solo hacen que aumentar el dolor que me provoca esta situación, sólo me recfuerdan día a día las pocas veces que fui feliz con él y lo poco que importó. Joder, ni siquiera puedo ver a las niñas cogidas de la mano de sus papis en el metro o por la calle y evitar que se me llenen los ojos de lágrimas, no puedo evitar rechinar los dientes y tener que dejar el tema cuando sale en libros o películas la maldita frase: papá, te quiero. ¡Joder! ¿Tan díficil era darme un padre normal, una infancia normal? Joder vaya mierda de vida.

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