ya te lo dije, te amaré hasta el fin de los tiempos.
Sigue sin ser suficiente, nunca será suficiente.
Por mucho que debamos pensar en el ahora,
pensar sólo en el presente y disfrutarlo.
No puedo. Soy incapaz.
Porque... ¿y mañana? ¿qué pasará mañana?
El tiempo pasa para todos y irán abandonándome,
cada vez quedarán menos y se acercará la hora.
Todos cuantos he amado desaparecerán el vacío
del tiempo y me quedaré sola, abandonada.
Hasta que llegue mi momento, ese segundo
en que me convertiré en la nada, en polvo.
Ni tan siquiera seré consciente de ello,
pues mi mente ya no existirá, nada quedará.
Se cerrarán mis ojos, dejará el corazón de latir,
se apagará mi voz y no habrá nada más.
Será el fin de mis días, el fin de los tiempos,
y ni siquiera me habré dado cuenta.
No quedará nada de mí... nada.
Pánico, eso es lo que siento, pánico.
Pánico de perderles, de avanzar, de seguir.
Pánico de olvidar, de crecer, de vivir...
porque la vida sólo es un tránsito con un fin.
La muerte me espera, rauda, tranquila.
Dios, no quiero... no lo soporto.
No puedo, es que no puedo.
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