viernes, 16 de diciembre de 2011

Aprender a callar



También se dice que el mundo nos hizo con dos orejas y una boca, para que escucháramos el doble de lo que decimos; lo que ocurre es que el ser humano está muchas veces abnegado a sus propias opiniones, deseos o intereses, sin pensar en el resto de personas. Y ya no sólo eso, sino que en demasiadas ocasiones hablamos cuando no debemos, algunas veces -las mínimas- es sin querer y por alguna tontería o porque no hemos pensado; y muchas otras para crear malestar, joder o reivindicar nuestra opinión o nuestra persona. Calladitos muchas veces estaríamos más guapos, pero no sabemos callar, demsiados no saben callar a tiempo y sus palabras a veces hacen mucho más daño del que haría un puñetazo o una puñalada. Pero no importa, infinidad de veces oí "las palabras se las lleva el viento" y muy a mi pesar aprendí que esa frase sólo sirve para librar de culpa a los insensibles que se pasan el día destruyendo vidas ajenas, porque no, puedo asegurar que las palabras NO se las lleva el viento y hay cosas que por mucho tiempo que pase, no pueden borrarse.

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