viernes, 28 de enero de 2011

Libertades

Libertad de expresión.
Libertad de pensamiento.
Ni un sólo lugar al que no poder ir.
Ser sexualmente quienes somos.
Poder elegir lo que queremos ser y lo que no.
Eliminar barreras y muros sin sentido.
Cambiar el mundo.
Romper reglas.
Ser uno mismo.

¿Cuántas veces dijimos eso y cuántas veces realmente hicimos algo para cumplir alguno de esos puntos de manera real? Cierto. Es así. Idealistas o utópicos, como queráis, pero muchas de estas cosas siempre se quedan en la chistera, ¿o no? Todos soñamos con mundos perfectos en dónde todo es posible y nada está vetado, pero a la hora de la verdad: ¿QUÉ HACEMOS NOSOTROS PARA CAMBIAR? Fácil quejarse, difícil moverse. Seguimos tejiendo la red de nuestra propia telaraña, limpiando los barrotes de la jaula que nos oprime en lugar de intentar abrir una rendija por la que poder escapar de una vez, para siempre. Pero la vida es un juego, ¿verdad? Sí. Todos lo sabemos. Es como un tira y afloja. Un no parar. Adelante. Atrás. Adelante. ¿Atrás? ¿Por qué retroceder? Es lo fácil, lo que siempre se ha hecho. ¿Y si rompes con eso? Transgredir. Arriesgarse. Cambiar. Nadie dijo que fuera fácil. Nadie dijo que costara poco o que fuera cosa de un sólo día, pero sólo nosotros podemos cambiar ese futuro. Sólo nosotros podemos. Nosotros. Tenemos nuestra vida en nuestras manos, de nosotros depende seguir o cambiar. Tirar o aflojar. No es libertad de pensamiento o libertad de expresión. No es ser homosexual o hetero. No es vivir aquí o allá, hablar inglés o chino. No. Sólo consiste en dar un paso más, hacia adelante pero no en la línea marcada, sino hacia dónde se quiera. Romper. Girar. Ser libre de los pies a la cabeza. Desde que despertamos hasta que dormimos. Incluso en sueños. No tener que cuestionarse a cada momento lo que somos o lo qué decimos. No tener que pensar en tantas cosas inútiles que luego no sirven para nada. Sólo ser. Ser. Sin ofender, dañar o alterar a los demás, liberándonos a nosotros mismos de nuestro propio yugo. Abriendo nuestra puerta, no la de los otros, ni la del mundo. Somos los primeros que tenemos que avanzar para que pueda haber un cambio real. Sólo empezando por nosotros mismos cambiará algo, y eso pasa simplemente por la aceptación de nuestras ideas, pensamientos, sueños y virtudes. Como también de nuestros fallos, defectos, mentiras y errores. Aceptarse es el primer paso, ¿tú ya te has mirado bien en un espejo? Mírate, y si te das la oportunidad... serás capaz de ver mucho más de lo que hay a simple vista.

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