martes, 25 de enero de 2011

Mentiras

Alguien dijo alguna vez "La mentira llega más lejos que la verdad, pero sin posibilidades de volver". Acertó y de pleno. Hay muchos tipos de mentiras, eso es verdad, no es lo mismo mentir por compromiso, por necesidad o con premeditación y alevosía. Hay mentiras y mentiras. Ayer hablaba de verdades, porque tampoco todas las verdades son iguales y no todas deben conocerse en el mismo momento, algunas incluso valdría más la pena no conocerlas. Con las mentiras pasa lo mismo, hay mentiras necesarias, mentiras inocentes y mentiras que destrozan. El ser humano tiene la capacidad de complicar las cosas con suma facilidad, y mentir es uno de los métodos que más utiliza para lograrlo. Hacemos un mundo de una cabeza de alfiler y nos ahogamos constantemente en un vaso de agua, ¿por qué? ¿Tanto cuesta ser felices? La respuesta, sin lugar a dudas, es: SI. Si facilitáramos las cosas, hiciésemos lo que debemos y no complicáramos la vida parece que no seríamos seres humanos, que la vida no tendría el mismo gusto agridulce, el mismo interés. Dejaríamos de ser nosotros mismos, dejaríamos de quejarnos, de culparnos los unos a los otros, dejaríamos de hacernos daño... y entonces, ¿para qué vivir si no puedes joder al prójimo? Me da mucha pena que acabemos siendo así, es muy triste que no sepamos aprovechar lo que tenemos y disfrutarlo, en lugar de contentarnos en amargar a otros por lo que les falta o amargarnos a nosotros por lo que ansiamos.

Dejemos el tema, poco puedo hacer yo. Volviendo a mi primera palabra, mentiras. Hablando ayer de verdades, hoy de mentiras. Tres tipos de mentiras: necesarias, inocentes y, por decirlo de alguna manera, dolorosas.
Las necesarias son aquellas que ocultan sorpresas o verdades dolorosas, yo siempre pienso en ellas cuando alguien me dice: "Neus tranquila, es tu padre y como tal te quiere". Sé que mi madre o mi tía me lo dicen por ayudarme, por tranquilizarme, pero todos sabemos que eso no es cierto, que con esas palabras sólo intentan ocultar una verdad dolorosa, una verdad que se me quedó clavada en el alma hace demasiado tiempo.
Las inocentes son aquellas que se dicen cuando sueltas algo que no deberías, cuando quieres ayudar a un amigo, cuando no sabes qué decir, cuando quieres hacerte el interesante, cuando haces campana y no quieres que se enteren... son mentiras que no dañan a nadie y que nos sirven para salir del paso, porque nadie es perfecto.
Las peores son las mentiras que duelen, las que hacen más daño que las verdades. Hay verdades, como ya dije, que duelen y asustan, pero son verdades, ante todo son así. Las mentiras que se dicen con tal de parar estas verdades son peores que las verdades, porque hacen más daño aún. Pero no importa, aún las hay peores... hay mentiras que duelen que simplemente se dicen para hacer daño, para vengarse, para desquitarse con otro. Ésas mentiras son las peores que existen, las que sólo se sueltan para joder a los demás, muchas veces a las personas que más queremos. Yo soy una experta en estas, no dije ninguna, pero recibí cientos. Mentiras lanzadas en caliente, para herir, para hacer llorar... "Vivir contigo es como estar solo, porque no te preocupas por nada, ni por nadie... sólo sabes pensar en ti, en tu mundo de felicidad y en tu vida" o "Eres una mierda, ¿no te ves? ¿Quién te va a querer a ti, a ver, quién? ¿Pero quién te crees que eres? Si no vales nada, no sirves para nada, no vas a ser nadie nunca, sola, sola te vas a quedar" o mi preferida "Para mí estás muerta, ¿me oyes? MUERTA. ¡Vaya hija me ha tocado! Eres un ser despreciable, inmundo... ¡no te mereces ni el aire que respiras!". Pero no importa, hay más, tengo muchas más... poco me vale saber que son mentiras, que en verdad esas palabras no son ciertas, que sólo fueron dichas para hacerme daño. No me sirve. Nunca me servirá. No pudieron callarse, no pudieron evitar decirme tales cosas, no pudieron elegir no herirme de esa manera y por eso a mí no me basta que sean mentiras, porque me las soltaron, sin pensar en mí, sin pensar en qué significarían para mí esas palabras, sin pensar que pasaría años recordándolas, que me levantaría muchas noches a las 4 de la mañana sofocada, después de soñar otra vez con esas palabras, una y otra, y otra vez. No vale la pena herir a alguien de esa manera, por mucho daño que te haya hecho nadie se merece oír eso, lo digo por experiencia.

Sinceridad... quizá no soy todo lo sincera que debería en mi vida real. Sólo puedo decir que aquí siempre digo mis verdades, las mías, que puede que no sean las de otros, y que ante todo intento no mentir a propósito, y mucho menos mentir para hacer daño. Tan sólo querría poder pasar página de verdad, pero creo que una vez más eso tampoco depende de un deseo o voluntad.

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