¿Qué es un padre?

Quitando de en medio el hecho biológico en el que un hombre y una mujer conciben a su hijo, la definición de padre toma nuevas características. Es decir... entiendo perfectamente el hecho de que padre se es desde el momento en que se engendra una criatura, pero ello no da derecho a recibir dicho calificativo sólo por esa circunstancia.

En primer lugar, hay padres y padres. Demasiados tópicos avalan a que el amor de una madre no tiene comparación por el hecho de que somos nosotras las que llevamos durante nueve meses a nuestros hijos en nuestro propio cuerpo, pero ejemplos hay a miles de mujeres que han abandonado, maltratado o simplemente se han despreocupado de sus niños. Por ello me gustaría remarcar el hecho de que el amor de un padre, cuando éste engloba el verdadero significado de la palabra, también es increíble e incomparable. No obstante, hay hombres que no se merecen dicho calificativo aunque hayan engendrado uno o más hijos. Yo por desgracia me encuentro en ese grupo de niños que hemos tenido una persona masculina que nos engendró pero que con los años, poco a poco, ha ido perdiendo el derecho a llamarse "padre" porque no ha llevado a cabo ninguna de las definiciones que comporta esa palabra.

En la RAE encontramos como definición "varón que ha engendrado descendencia", pero en la vida real, en el mundo en que nos toca vivir, se entiende por padre aquella persona que desde pequeños nos cuida, nos mima y consiente, nos enseña, nos protege de todo mal, está ahí cuando lo necesitamos, nos riñe, nos entiende y nos conoce. Una persona que, aunque en algunos casos no tenga un lazo sanguíneo con nosotros, daría su vida por sus hijos, siempre está ahí, siempre, sin excusas, sin miedo... y pase lo que pase nunca va a fallarte. Jamás. Es cierto que todos los padres se pelean y tienen discusiones con sus hijos, nunca acaban por ser perfectos, y muchas veces se equivocan, pero siempre lo hacen pensando en nosotros, por nuestro bien. Ellos ya fueron jóvenes y saben cómo va la vida, se preocupan por nosotros, a veces en demasía, pero en ningún caso pretenden molestar o hacernos daño. Aunque a veces, nos lo hacen.

Mi padre, en cambio, no es así. Me cuidó a ratos, los mimos que me hizo los mató con todos aquellos desprecios y humillaciones, me consintió con cosas materiales que acabaron por no tener verdadera importancia, me enseñó que hasta la persona que más quieres en el mundo puede hacerte añicos y romperte el corazón en pedazos, que querer a alguien te da derecho a humillarlo y herirle en lo más hondo, y que no hace falta disculparse porque las palabras se las lleva el viento. Nunca me protegió, ni estuvo ahí cuando lo necesitaba, sólo apareció para recordarme lo poco que era y lo sola que me quedaría. Me riñó a destiempo, y nunca jamás me entendió, ni hizo nada para entenderme. Y por si fuera poco, hasta ayer tenía aún una chispita de esperanza de que quizá el me conocía un poco, de que realmente no podía ser tan mal padre como a veces, en momentos de bajón pienso, pero me demostró él sólo que no queda esperanza, que no me conoce en absoluto y que ni siquiera es capaz de recordar mi fecha de cumpleaños. Después de 19 años ni siquiera es capaz de saber el día en que nació su hija, ni siquiera eso. La verdad no pensé que me dolería tanto, pero tengo que reconocer que sí, sí me ha dolido. Sé que una parte de mí seguía pensando que hasta cierto punto, él se ha equivocado, pero me quiere a su manera y se preocupa por mí... y después de tanto tiempo, sin llamar, sin dar señales de vida, sin preocuparse por mi manuntención y mi salud, ¡encima no sabe ni el día en que nací! Lo siento, pero la brizna de esperanza que quería mantener a su favor, se la llevó el viento ayer. Ya no tengo nada más que esperar... yo, no tengo padre.