Si y no

Si y no. Ni blanco ni negro. Estoy cansada pero eufórica, no sé como explicarlo. Es algo diferente a todo lo que ya dije, conté y pensé. Ahora es como si el mundo que siempre me ha rodeado, hubiera cambiado completamente y me sintiera perdida en él. Sé que no todo ha cambiado y que no ha sido de la noche a la mañana, pero creo que en cierto modo he tardado un tiempo en aceptar que mi mundo ya no es el mismo. Y es por eso, creo yo, que ahora por una parte me siento tan angustiada y por otra tan feliz. ¿Absurdo verdad? Lo sé.

Por un lado siento miedo, angustia, verdadero terror. ¿Por qué? Pues porque ahora todo va bien, pasan cosas mundanas y tengo problemas, pero son tan insignificantes comparados con los de antes que no tengo derecho a quejarme. Estudio lo que quiero, estoy en un ambiente que me gusta, dónde no me siento diferente, donde encuentro que la gente me valora y me quiere, tal y como soy, sin trampas. En casa todo es absolutamente diferente y por muchos problemas que tengo con mi madre, nada puede compararse a la vida que he tenido que llevar durante tanto tiempo. El grupo está unido, quedamos, hacemos cosas, salgo de fiesta, disfruto de los días... y me da pánico. Siento alegría infinita, felicidad, sonrisas... pero a la vez siento un gran nudo en el estómago y una vocecita saltarina que intentan pararme los pies. Hay algo en mí que sigue pensando que esto no va a durar, que antes o después sucederá algo y volverá la oscuridad, me irá mal la carrera, mis compañeros acabarán por dejarme de lado, el grupo se acabará jodiendo, mi madre se cansará de mí... lo sé, lo siento, no lo hago a posta, pero me corroe ese sentimiento. Estoy como medio angustiada en mi interior, esperando el momento justo en que se rompa la burbuja y tenga que volver a mi mundo de siempre. Quizá es por ello que no acabo de disfrutar de lo que ahora tengo, creo que me da miedo acostumbrarme a que la gente me quiera, a tener un lugar en el que siento que encajo o a sentirme a gusto con mi grupo o en mi casa, porque una parte de mí sigue pensando que esto no va a durar, que tarde o temprano acabará por romperse y entonces el golpe será peor. Si en cambio, veo esto como algo pasajero y extraordinario, cuando pase este bache feliz y se acabe la buena racha, no me costará tanto volverme a acostumbrar a lo de siempre, a mi vida normal. Y pensando eso, sólo puedo sonreír a medias y darme cuenta de que creo que me va a costar mucho ser feliz, porque siempre estoy esperando a que la gente me de la patada, a que la vida me dé de lado. Siempre apuesto por la gente y en cuanto pasan dos días, ya tengo base suficiente como para calcular cuanto tiempo va a tardar en cansarse de mí, porque, ¿quién querría estar con alguien como yo? ¡Dios! ¡Es absurdo! ¡Cómo me puedo querer tan poco! No sé, en verdad no sería sincera si dijera que no lo pienso, pero tampoco es que no me de cuenta de la panda de sandeces que muchas veces rondan mi cabeza... en muchas ocasiones es que no puedo evitarlo. Están ahí y empiezan a circular, a llevarme, y a veces, en los peores momentos, no puedo pensar más que en eso, y me siento hundida, desesperada, como si estuviera gritando en una plaza llena de gente y nadie me hiciera caso. A veces quisiera parar en seco, empezar de cero, girar el reloj hasta el momento en que empezó todo y cambiar mi mundo, la vida, las cosas, los sueños... pero me da miedo, porque entonces no sería yo, dejaría de ser quién soy, y me gusta como soy. Me gusta ser compleja, diferente, absurda, rara, infantil, madura, inadvertida, loca, sana, aburrida, divertida, familiar, agradable, romántica, idealista... me gusta la persona en la que me he convertido con el paso de los años, aunque a veces eso signifique aceptar que no le gustas a otros... pero ya acepté que no siempre puedes caer bien a todos y que eso es precisamente lo que te hace ser como eres. No sé... supongo que poco a poquito todo irá siendo más fácil, paso a paso iré haciendo camino y me acostumbraré a esta nueva vida, porque espero que de verdad mi voz interior se equivoque y que esto sea lo que realmente voy a vivir el resto de mis días, y no la burbuja oscura y ahogadiza en la que me he encerrado los últimos diez años.