Una de esas películas en las que piensas mucho después de que leas: FIN. Quizá por eso me ha gustado tanto.
Sinopsis: el código "Mercury" es un código creado por el FBI americano para mantener a salvo a ciertos agentes infiltrados por todo el mundo, de manera que puedan utilizarlo para enviarles ciertos mensajes secretos y así no comprometerlos si caen en malas manos. Simon, un niño de 9 años aficionado a los pasatiempos, entiende este código que encuentra en uno de los folletos como si fuera una sopa de letras. Al leerlo llama a la compañía que descubre que una mente humana ha conseguido descifrar por sí misma el código. El jefe de la agencia encuentra peligroso el hecho y manda matar al niño y a sus padres. Muertos los padres, Simon desaparece y Art, un agente bastante "especial" del FBI lo encuentra escondido en el piso y lo ayuda. Durante días lo lleva consigo y lo salva inumerables veces del asesino que lo busca sin descanso. Poco a poco todas las personas que tienen una mínima relación con el caso van falleciendo y por los pelos y en el último momento, como no, los buenos ganan. Final feliz.
No es tanto el final o la trama lo que me interesa de la película. Obviamente todos sabemos lo que hacen nuestros gobiernos a base de códigos y cosas para que otros aliados o enemigos no puedan enterarse de lo que traman. Lo que llama la atención de esta película es: ¿tan poco importamos? Da a entender que sólo somos piezas de un ajedrez, peones más bien, y que si al gobierno le interesa al minuto siguiente estaremos muertos, no hace falta más. No se puede arriesgar la vida de unos, por culpa de un niño que ha sido demasiado inteligente. Aún así, como no, una vez más en esta peli se usa doble rasero, puesto que el mismo gobierno que actúa sin escrúpulos, es el que al final condena al "malo" y salva al niño. Esto, por desgracia, en la realidad no sucede, y nuestra vida es libre mientras no sepamos nada importante o no hagamos nada que no debíamos. ¿O no? Acaso realmente, ¿controlamos 100% nuestras vidas? Ojalá.
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