Sinceridad.

En estos meses que llevo en este mundo, es decir, en el blog, apenas 2 personas de mi entorno conocen la existencia de esta página y eso me da una libertad que nunca tuve. Aquí puedo ser lo que yo quiera, expresar lo que realmente siento o gritar, publicar o susurrar qué pasa, qué siento y qué quisiera hacer, aunque no esté bien, no sea lógico o no tenga sentido.
Nada me frena, no hay barreras, no hay censuras... es tan satisfactorio. No escribo para nadie, no escribo para nada, sólo palabras que necesitan salir, que necesitan estar en algún sitio. Sentimientos que siempre callé, historias que no conté, diálogos que no dije, momentos que no viví y que me encantaría vivir, discusiones que no me atreví a tener, arrepentimientos, lágrimas, sueños... aquí, soy yo, aquí puedo ser yo. Yo. Sólo yo. Difícil, pero tan agradable.

voy leyendo otros blogs y páginas y siento que tengo tanto por decir, por publicar, anotar... y me falta tanto tiempo, tantas palabras, tantas historias... y eso es realmente lo que hace que escribir sea tan especial, que sentirse escritor sea tan propio y personal, puesto que no es tanto el poder publicar libros a gran escala y ser conocido, sino sencillamente el tener siempre algo que decir, el tener en la cabeza miles de historias que aún no se han contado, sentimientos y diálogos que nunca se escribieron y el ansia perenne en nuestra vida de seguir contando, escribiendo, sintiendo y viviendo de esas palabras que son parte de nosotros, parte de nuestra alma. Como un pedacito de nosotros que nos completa y que toma de nosotros todo cuanto es, siendo a la vez algo único y especial...

palabras que dicen algo más que una idea o un sentimiento, letras que unidas forman algo más que palabras en un texto, líneas que componen una simbología mucho más allá de la simple relación de significados... el alma en palabras, la vida en un párrafo.