tú...

Sencillo. Claro. Tranquilo. Relajante. Mío, tuyo, ¿nuestro? Nuestro… suena demasiado ambiguo, extraño. ¿Nuestro? No cabe en mi cabeza que algo mío pueda ser tuyo también. ¿Cómo puedo desear tanto tenerte cerca? ¿Cómo? ¿¡Nuestro!? Inútil. Completa inutilidad, sueños rotos, manías. Manía de quererte. Me miras. Se sonrojan mis mejillas mientras me odio por desear que me sigas mirando. Mi cabeza se divide en dos partes, completamente opuestas, pero que convergen para desearte. Por una parte odio tenerte cerca, sentir tu voz, tu aliento, tu mirada. Odio que existas. Odio que aparezcas en mi vida como si nada y vuelvas a irte. Te odio. Y ese odio aún siendo tan vigente entre los dos, no calla esa voz chillona de dentro que me hace desearte a cada momento del día. Mi otra parte sonríe cuando te acercas. Sonríe cuando ríes y cuando callas. Sonríe siempre, cuando tú estás, porque eres tú la razón de esa sonrisa. Esa parte sueña con mil cuentos de hadas contigo, sólo contigo.